viernes, 27 de septiembre de 2013

EN LA CRUZ ESTÁ LA VIDA

En la cruz está la vida
Santa Teresa de Ávila

En la cruz está la vida
y el consuelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

En la cruz está "el Señor
de cielo y tierra",
y el gozar de mucha paz,
aunque haya guerra.
Todos los males destierra
en este suelo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

De la cruz dice la Esposa
a su Querido
que es una "palma preciosa"
donde ha subido,
y su fruto le ha sabido
a Dios del cielo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

Es una "oliva preciosa"
la santa cruz
que con su aceite nos unta
y nos da luz.
Alma mía, toma la cruz
con gran consuelo,
que ella sola es el camino
para el cielo.

Es la cruz el "árbol verde
y deseado"
de la Esposa, que a su sombra
se ha sentado
para gozar de su Amado,
el Rey del cielo,
y ella sola es el camino
para el cielo.

El alma que a Dios está
toda rendida,
y muy de veras del mundo
desasida,
la cruz le es "árbol de vida"
y de consuelo,
y un camino deleitoso
para el cielo.

Después que se puso en cruz
el Salvador,
en la cruz está "la gloria
y el honor",
y en el padecer dolor
vida y consuelo,
y el camino más seguro
para el cielo.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA HISTORIA DE DANIEL DRAMANE COULIBALY (IV)

TRES PRIMERAS PARTES EN LAS ENTRADAS ANTERIORES.

“La vida cristiana no es sencilla”.
R. D.-  Vuelvo sobre un punto sobre el cual has insistido : « la vida cristiana es complicada”. He escuchando muchas veces, por boca de musulmanes “La vida del cristiano es sencilla: se puede beber alcohol, la misa no dura tanto… Nosotros tenemos cinco rezos al día, el Ramadán, etc.”.
D. C.- He tenido muchas conversaciones con padres.
Me dicen: “sí, eso es porque quieres beber, comer cerdo… por eso te has vuelto cristiano”. Les contesto: “cada uno defiende su religión, su causa, pero tengo que deciros que el que conoce verdaderamente la religión cristiana, que busca a profundizar en ella, encontrará que lo más complicado de una religión no es beber y comer cerdo, sino cambiar el curso de su vida. Eso es lo realmente complicado. Y hay cristianos que no comen cerdo, pero el que conoce bien la religión cristiana os dirá que no es eso lo más importante”.
Un día, en mi aldea, donde no había aún ni un solo cristiano, tuve conversaciones con musulmanes sobre la religión cristiana. Me decían: “eso no es una religión! Los cristianos beben y los musulmanes no, por eso Dios los defiende”. Les contesté “lo que acabáis de decir, que la religión musulmana es mejor, no diré que no lo es, pero ¿acaso no hay no bebedores que desobedecen a Dios? Jesús dijo que es lo que sale de nuestra boca lo que ensucia al hombre, pero lo que entra al interior no ensucia. Y Dios dijo que no veremos la Salvación solo por llamarle Señor, sino haciendo su voluntad. Antes criticaba la religión musulmana, pero el día que escuche esta palabra, dejé de hacerlo”.
Para mí, lo más duro es cambiar el curso. Cambiar de vida. Hay también cristianos que dicen que la vida cristiana es sencilla, pero no han entendido absolutamente nada. ¿Acaso nosotros, cristianos, somos conscientes del compromiso que tomamos con nuestro Bautismo? La vida cristiana exige siempre un combate. He hablado de amuletos, pero eso es agua pasada, pero cuando superé aquello, tenía delante de mí otras dificultades.
R.D.-  Si no es indiscreción, ¿cuáles son tus dificultades actualmente?

“He sido tentado de correr hacia el dinero”.
D.C.- Aunque sea indiscreto, no tengo ningún motivo para no decírtelo. Es el problema del dinero. Pasaba mucho tiempo en el campo, me adaptaba a la vida rural, veía que la gente corría menos hacia el dinero. Pero cuando volví a Korhogo, he estado tentado de hacerlo, y al mismo tiempo que sufrí esa tentación, tuve una reflexión sobre el materialismo: “quiero tener dinero como lo tienen los demás, pero ganando dinero, ¿estaré satisfecho?”.
Antes de venir a Korhogo, hice construir una casa que puse en alquiler y aquello me daba un poco de dinero, y ya me preguntaba si estas casas serían útiles en mi vida. Hacía esta reflexión: “no tengo que regalar estas casas, pero tengo que alquilarlas a un precio más barato”. Porque un día vimos cómo destruían casas en Abidjan y la gente quedaba sin techo bajo el cual vivir. Un sacerdote rodó una película y su conclusión fue que el que acoge a un hermano está sirviendo a Dios. Por lo tanto, me comprometí a poner un alquiler más asequible, pues no es el dinero el que arreglará los problemas del hombre. Hacía esfuerzos por borrar esta idea de materialismo de mi cabeza. No digo que no sea útil, que lo es, pero no quiero dedicar tiempo a pensamientos como éste.

“Dios se ríe de mí cuando hago cálculos”.
R. D.- Es normal que el dinero sea una preocupación.
D. C.- Sí, pero soy demasiado estricto, hago mis cálculos: “¿y mi dinero, dónde entra?”. No quiero perder cinco francos sin saber a donde han ido. Y es así cuando hago otra reflexión: “este dinero que busco con tanta precaución, ¿es necesario en mi vida?”.
R. D.- Organizabas un presupuesto conjuntamente con tu mujer ?
D. C.- Antes, ¡jamás! Es el pasado mes que tomé la decisión. Antes, decía que el dinero era tan precioso y tan valioso que hay que saber dónde entra, que hay que prever el futuro de los niños. Pero tuve otra reflexión: “Es que solo el dinero permite prever el futuro?”. Pensé, lo oraba, y me dije: Dios se ríe de mí cuando hago cálculos. Puede decir: “mañana morirá”.
Esta reflexión me ha empujado a buscar cómo utilizar el dinero de una manera correcta, cómo compartirlo con la gente, con mi mujer en especial. No es sencillo, no es una decisión tomada de la noche a la mañana. Gracias a Dios, he tenido el valor de confiarlo todo en la oración. Cuando una idea ronda y agota mi cabeza, rezo. No digo que gracias a la oración se harán milagros, pero cuando estoy triste o cuando dudo, me confío a Dios y casi siempre encuentro la respuesta. Es lo que me ha ayudado a dejar de pegar a mi mujer, de gritar a las personas.

«Si me vanaglorio… »
R. D.-¿Desde cuándo tienes esa sonrisa ?
D C.- Mi sonrisa actual no es de hace mucho. Falsas sonrisas o sonrisas de amor no son iguales. Sonreía antes, pero no es la misma sonrisa que la de hoy. No puedo evaluar y hacer comprender los grandes cambios que la religión ha hecho en mí. ¡Y a veces siento vergüenza! Creo que cuando digo esto, me vanaglorio, cuando en realidad no ha venido de mí, sino que ha sido un producto de Jesús.
R. D.- No te vanaglorias. Das testimonio de lo que Jesús ha hecho en ti.
D. C.-  Aprendí a enseñar mi salario a mi mujer. Le dije: “mira, aquí tienes. Si necesitas cualquier cosa, lo que quieres dar a tu madre, lo que quieres hacer… aquí tienes el dinero”. Ella me contestó: “Ah! Pero si no soy capaz de gestionarlo! Guárdalo y te pediré a medida que vaya necesitando », a lo que repliqué “Ahora sé que el dinero que gano, es como si hiciéramos el mismo trabajo. Es para los dos. Puedes aconsejarme incluso, cómo compartirlo con la familia”. Porque trabajé cinco años sin pensar en mis padres. Solo quería construir, quería que mi vida fuera para mí. Después, sentí que haciendo eso, no podía garantizar mi vida. Garantizarla solo vendría compartiendo. Incluso se dice tradicionalmente, pero no hay valor de hacerlo sin Fe.
En este momento, me quejo de mí mismo y envidio a las personas de Fe. Y quiero decirte algo muy importante: hay que tener en cuenta cómo hemos sido ayudados para abonar la Fe, porque la Fe exige un trabajo. He visto vivir a un sacerdote: viendo su ejemplo, no acertaba yo a resistir delante de un enfermo que sufría, sn buscar un medio con el cual salvarlo. Viendo a este sacerdote, me comprometí con la JAC (Juventud Agrícola Cristiana).

“He caído en la tentación de juzgar a los demás”.
Cuando fui bautizado, empecé a tomar conciencia del cambio que se requiere para seguir a Jesús, pero al mismo tiempo caí en la tentación de juzgar a los demás. Los juzgaba erróneamente, olvidando a menudo lo que me tocaba hacer por mi parte.
R. D.- ¿Has encontrado no-cristianos que te han ayudado?
D. C.- Hay personas que me han ayudado a juzgar menos. Hablaba mal de la religión musulmana, sobre todo de sus costumbres. Decía que costumbres como el Poro (conjunto de ceremonias iniciáticas que hacen pasar al joven Senufo de la infancia a la edad adulta) solo servían para hacer el mal y crear miedo, o que la religión musulmana era excesivamente humana. Los musulmanes viven mal, envenenan… Pero un día (no de repente, sino que fue otro proceso), me pregunté: “acaso soy digno de juzgar? Acaso soy perfecto? No… He escuchado que Dios ama a los pecadores, por lo que no me corresponde juzgar a estas personas, pues yo también soy pecador. Y veo personas que no son cristianas que hacen la voluntad de Dios”.
Un ejemplo: coincidí con un joven musulmán baoulé en Bouaké, durante unas prácticas de trabajo. A las 5 de la mañana, se levantaba y rezaba. Cuando terminaba de rezar, esperaba a que los demás salieran para poder ducharse y hacía sus camas. Cuando ve unas sábanas sucias de un compañero, lo retira sin decir nada y se va a limpiarlo inmediatamente. Más tarde, me dijo: “perdóname, he visto que tenías las sábanas sucias y las he limpiado”. Era más fuerte e inteligente que los demás, pero al hablar con un amigo, se hace pequeño, respeta a los demás. Si la habitación está sucia, la barre. En el comedor, es el último que empieza a comer: decía que si alguien viene con retraso y que no tiene plato, “le daré el mío”.

¡Qué lección más maravillosa! Yo, que soy cristiano, ¿HAGO LA VOLUNTAD DE DIOS? Dios actúa en los musulmanes y en todos los demás: se sirve de ellos para convertirnos. A día de hoy, me esfuerzo en juzgar menos y en condenar menos.

- FIN -

"No soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20).




domingo, 22 de septiembre de 2013

LA HISTORIA DE DANIEL DRAMANE COULIBALY (III)

PRIMERA PARTE: PRIMERA PARTE DE LA HISTORIA DE DDC

SEGUNDA PARTE: SEGUNDA PARTE DE LA HISTORIA DE DDC

Otra pelea.
Cuando superé esta etapa vino otra más difícil. Para mi sorpresa, se presentaba otra lucha,  una lucha contra mi propio carácter. Cuando escucho la palabra de Dios, me quedo triste a menudo, porque quiero cambiar y no lo hago. Pecados como, por ejemplo, no respetar a alguien. Los golpes eran la costumbre, no era pecado dañar el alma de su compañero. Ni el alma ni el físico. En nuestra cultura, como regalo de boda, se entrega un bastón al marido para que lo utilice contra su mujer si ésta no obedece al hombre. Sin embargo, compartirlo con la gente es muy difícil. Yo no era ese personaje. Cuando oigo la palabra de Dios o la leo, veo que Jesús no enseña nada más que el amor al prójimo.
RD- ¿Ya estabas bautizado?
DC- Sí. Se convirtió en otro sufrimiento... Mi esposa no estaba bautizada.
RD- ¿Te casaste antes de su bautismo?
DC- Sí, y no podía pasar una semana sin golpear a mi esposa. Para mí, ella no debía hablar, no tenía en cuenta lo que hacía, lo que opinaba, lo que quería.
RD- ¿Así eras a pesar de la sonrisa que tienes?
DC- Nunca sonreía, mi esposa lo puede atestiguar, e incluso Michel. Ellos saben qué vida llevaba, una vida muy difícil para mi esposa Kohotiéri. Y no fue con mi esposa solo, sino con todos los que vivían conmigo. Yo era un hombre que buscaba controlar, ser el más fuerte, decir barbaridades…
Pero cuando leía la Biblia, me daba cuenta de que lo que hacía no estaba bien. También veo que de nada servía ir a la iglesia a rezar sin tener en cuenta nuestra actitud. Pero ¿cómo cambiar? Me resultaba tan complicado! Oraba para que Dios me diera la gracia y la valentía que necesitaba. Confiaba en Dios.  "Yo rezo, pero nada cambia". A veces me rendía, “no merece la pena, nada cambia. Me privo de muchos placeres pero siempre vuelven las mismas tentaciones”. Tengo que reconocerlo: estuve a punto de tirar la toalla, pues no hacía más que sufrir, no cambiaba nada.
Incluso me acerqué de nuevo al Islam. A menudo leía el Corán en francés, y veía actitudes mucho más humanas en el Corán que en las palabras de Jesús.

"Una pequeña conversión"
Entonces me dije: "Solo hay un Salvador, y voy con él, incluso con mi mal genio". También vi la gracia de Dios: cuando ya no tenía fuerza para orar, sentí un cambio. Podía escuchar y aceptar las cosas que no aceptaba. Lo que puedo decir es que gracias a la religión  era consciente de mi condición humana, que tenía muy mal genio. Golpear a alguien para hacerle daño, no era un pecado para mí. Mi esposa ha sufrido durante mucho tiempo. Pero sentí un cambio en mi corazón, he aceptado algunas cosas con las que no estoy de acuerdo. Hablé con Michel y me dijo: "Parece que la oración es realmente eficaz: en este momento siento que hay cosas que aceptas en casa".
Mi esposa se dio cuenta… pero nunca le obligué a ser católica. No debía hacerlo si en su corazón no lo sentía.
RD – ¿También viene de una familia musulmana?
DC- Sí, éramos casi de la misma familia. Su padre y su madre son musulmanes.

“Mi mujer no entendía nada”.
Ella sentía mi cambio, pero no lo aceptaba. Pensaba que era una forma de hacerle la pelota, no entendía nada. Cada vez que la llamaba para dialogar sobre cómo resolver conjuntamente un problema, no venía. Me decía “Pero todo lo que dices es eso: yo no puedo decir nada”. Tenía miedo a expresarse, porque hasta entonces no la dejaba hablar conmigo de una manera abierta. Ahora aprecia mi cambio, mi conversión, pero le resultaba muy complicado entender el por qué de mi conversión.
Por lo menos, he tenido el valor de decirle: “Sé que en la sociedad en la que vivimos, la mujer es inferior al hombre, pero siento la necesidad, según mi Fe, de ser tu igual. Sé que no has entendido bien todo esto…”. Efectivamente, en la tradición senufa, cuando un hombre se muestra muy simple y flexible con su mujer, la mujer cree que lo posee. En el subconsciente social, hay mujeres que dan pequeños venenos a los hombres. Una mujer de este estilo cree que ha tomado la delantera gracias a ese veneno, que ha arrodillado al hombre. Le dije a mi mujer: “Mira, no se trata de eso. Me comportaba de manera repugnante contigo y no me daba cuenta. Siendo católico, quiero cambiar de verdad, pero me resulta complicado. No puedo asegurarte que nunca más te pegaré, enfadarme contigo o decirte algo feo, pero créeme que siento que tenemos que ser iguales. Si ves que te llamo para compartir ideas, es por eso. No tengas miedo, no es una trampa que te tiendo, pero lo hago gracias a mi Fe”.
Me respondió: “Te entiendo, pero me resulta complicado a mí también decirte: este es mi punto de vista!”. Le dije que no la quería forzar, pero tenía que saber que ahora había un cambio. “Tú puedes ayudarme a cambiar. Si un día te monto historias, has de tener el coraje de decirme ‘¿y lo que me dijiste qué? Lo dijiste en nombre de tu Fe, en nombre de Jesucristo, que quieres cambiar. Me has pedido ayuda y eso es lo que hago hoy!’”. No me lo ha dicho nunca, pero a veces vuelven esas tentaciones… Pero tomé una decisión, aunque no pude parar de un día para otro: ella ha continuado sufriendo, pero menos, porque cuando doy un mal paso, me doy cuenta de que estoy traicionando a Jesús.

“Si pego a mi mujer…”.
Vuelvo sobre otro aspecto. Un día, en misa, el cura dijo: “El que hace daño al prójimo, es como si crucificara a Jesús”. Y pensé “Si pego a mi mujer… estoy pegando a Jesús”. En ese punto, respecto a mi mujer, he hecho un gran esfuerzo para cambiar.

Un día, mi mujer me dijo: “Me quiero apuntar. Quiero ir a catequesis”. Le contesté: “Pero si no te obligo! Si quieres, puedes ir a inscribirte, pero has de saber que la vida cristiana es muy complicada. A menudo, no pego ojo al lado tuyo sin que te des cuenta. Al final del día, pienso en lo que he hecho, lo que no he hecho bien, y sufro de verdad! No se lo digo a nadie, pero sufro, pues quiero cambiar y no llego del todo. Si quieres apuntarte, perfecto, pero tienes que saber que sufrirás, habrá cosas que te choquen”. Y dijo: “Vale”. Se fue y se apuntó. Tres años después, se bautizó, en 1975. Las fechas no son precisas, pero quiero decir que el camino es largo. 


... CONTINUARÁ ...

Y como regalo, un momento mágico que vivo todas las semanas y que hoy mismo he grabado:



jueves, 19 de septiembre de 2013

LA HISTORIA DE DANIEL DRAMANE COULIBALY (II)

Antes de leer esta parte, es conveniente leer la primera parte de la entrevista: 
"Tenemos miedo"
De repente, algo me chocó. Dios es bueno, como dijo Jesús, así que lo que no hace daño es lo que Dios quiere, por ejemplo, los amuletos, la tradición... Porque nosotros, los Senufo - no tengo miedo de decirlo – también tenemos miedo. Incluso nuestros padres musulmanes no pueden confiar únicamente en Dios sin hacer sacrificios, adoraciones, hacer preguntas a magos (les marabouts)… Es muy difícil.
RD-  ¿De qué tienes miedo?
DC- A la muerte, al envenenamiento, a los celos, a los malos espíritus. Creemos que vienen a hacernos daño. A veces, tenemos miedo de los sueños, creemos que los manda un genio, el genio de las aguas estancadas o el del arbusto... Así que tenemos que interpretarlos para anticiparnos a los peligros, encontrar formas de abordarlos y espantarlos por medio de sacrificios.
Seguía leyendo y entendí que Dios puede hacer cualquier cosa por quien realmente cree en Él: es más fuerte que Satanás, pues expulsaba a los malos espíritus de los endemoniados, sanaba a los ciegos. En la Biblia se dice que Dios es más fuerte que cualquier otra cosa. Eso me marcó mucho, y pensé en esos amuletos que llevaba conmigo, que me protegían. ¿Por qué he de tirarlos? No hago daño a nadie, no mato a nadie, es sólo para mí, para protegerme. Puedo seguir rezando e ir a la iglesia con ellos.
Pero un día fui a la iglesia y a la salida estaba conmocionado. Me dije “cuando vengo delante de Jesús con estos amuletos, ¿cómo me ve? Sé que no quiere que le adoremos con falsos dioses y sé que estos amuletos, como dice la Biblia, son cosas naturales, fabricados por el hombre. Es Dios quien hizo al Hombre y éste, por su inteligencia, fabrica cosas para protegerse. ¿Es normal que adoremos cosas como adoramos a Jesús?”. Sé lo que sentí en mi interior, pero no puedo explicar con palabras cómo he sentido eso.
RD- Has dicho: "eso me marcó".
D C. - Un shock, pero no puedo explicar lo que sentí. Durante la mayor parte de la semana me tenía inquieto. El domingo siguiente, me quedé pensando en quitarme eso de encima, pues estas cosas no me pueden servir si confío en Jesucristo. Pero, ¿cómo rechazarlos, si todavía les tengo miedo? Si los echo, me traerá mala suerte, caeré enfermo, no estaré protegido contra los malos espíritus... Entonces me digo a mí mismo: "Si creo, Jesús me protegerá”. Me hacía preguntas de ese estilo.
El domingo siguiente, llevé los amuletos para la oración y le pregunté a Michel qué podíamos hacer. Él dijo: "Depende, es muy complicado. Mientras no tengamos fe, no se pueden tirar todas las cosas que nos protegen, pero siempre se debe orar a Dios: tal vez te ayude un día”. Oré, pero fue muy difícil tomar la decisión... Tenía miedo. Quizás me animara algún día.
Una larga lucha
RD-¿Cuándo fue eso?
DC- Fui bautizado en 1974 y sería 1969, cuando empecé a pensar en tener amuletos y fetiches. Fetiches, realmente tenía muchos y cuando me pasaba algo, creía que me protegían, incluso a través de los sueños. Pero me decía: "Jesús es más fuerte que los fetiches, fabricados por los hombres y sé que sus poderes vienen de Satanás, porque no son capaces de hacer el bien”. Decir que los fetiches no tienen ningún poder… tenía miedo. He de reconocer que llevaba esos amuletos escondidos hasta mi bautizo. Quería deshacerme de ellos. Pedí consejo a Michel. Me dijo que si tenía miedo de tirarlos así como así, que podía echarles un poco de agua bendecida y ya está. Y eso es lo que hice.
Más fuerte que el otro fetiche
Pero tenía un fetiche que no podía tirar. Era un padre que me había dado y era el más poderoso. Pensé: este fetiche no puede salvarme, porque el hombre, independientemente de sus conocimientos, no puede resistirse a la muerte, y tras la muerte ya no hay fetiches, no tienen poder, no sirven para nada: solo te encuentras frente a Dios.
Eso también me llevó a un estado de shock. Un día decidí: lanzaré este fetiche. Y cuando se me ocurría la idea, no podía dormir. Primera, segunda, tercera noche… Un día me desperté de noche y me pregunté: "Bueno, Dios, por lo menos sé que soy débil. Tenía muchas ganar de deshacerme de él". Pero le temía. Aún así, me armé de valor: en el nombre de Jesús, con agua bendita, mato la fuerza de este fetiche y le pido a Dios que me de fuerza para que no tenga miedo nunca más. Me llevó meses perder el miedo a ese fetiche. Rezaba muchísimo. ¡Como el sacrificio de Jesús no hay nada!
Todavía tengo momentos de miedo: tiré mi favorito, ¿qué pasará después? Me dije: "¡Ya está bien! Sé que Dios es más fuerte, Jesús es poderoso, y si siento miedo, le rezaré". No tengo ninguna duda: la oración es el único arma cristiana. 
"Tuve valor de decírselo a mis padres"
He tenido el valor de decirlo, incluso a mis padres: "No voy charlatanear y a hacer adoraciones, pero eso no quiere decir que no pueda obedecer: si la familia ha de hacer algo de la manera tradicional, participaré, pero que sepan que no le doy importancia".
Por ejemplo, si mi madre me dice: "Voy a hacer adoraciones, a hacer un sacrificio, ven conmigo", no me niego, sino que le acompaño y voy, pero una vez le dije: "Bueno, yo no creo en eso. Sé que Jesús nos ha cambiado todo. Lo que ofrecemos a Dios como un sacrificio, es el Pan, en el que sabemos que Jesús ofreció por nosotros, en misa confiamos a Dios todo lo que pensamos. Por lo tanto, lo que hace, lo hace de acuerdo a su fe, les acompañaré como miembro de la familia, pero yo no me lo creo".
RD - ¿Cuál fue la reacción de tus padres?

DC- Siempre decían: "No te podemos obligar, eres adulto”. Yo había descubierto algo importante: aunque no creía ya en nada de eso, como católico, el respeto a la familia era un valor a mantener. Si tenía que acompañarlos a algún rito, lo hacía, si tenía que matar un pollo o dar dinero o cola a alguien, lo hacía. Pero no creía en su poder.  




... CONTINUARÁ...

Anselme Semi, "Zôkô, Emi Yame" (Emi Yame = Oh, Dios mío!)

martes, 17 de septiembre de 2013

LA HISTORIA DE DANIEL DRAMANE COULIBALY (I)

Dramane - (Abd ar-Rahman: servidor del Misericordioso) - recibió el nombre de Daniel cuando se convirtió al cristianismo. Es Senufo, (grupo étnico importante en el norte de Costa de Marfil caracterizado por la fortaleza de su estructura tradicional). Forma parte de un equipo de animación rural, cuyo objetivo es garantizar que el agricultor sea responsable de su propio futuro. También es catequista y vive en Korhogo.
"Podemos presumir de haber ganado una batalla, pero ¿cuándo un cristiano puede decir que ganó la batalla?"
Dramane Coulibaly. - Tengo una esposa y tres hijos. Nací en torno a 1949 y estoy bautizado desde 1974, así que no tengo una experiencia cristiana extraordinaria: acabo de empezar mi vida cristiana, me tomó tres años de catecumenado. Cuando llegué a la edad de quince años, sentí que tenía que elegir mi religión y conocer las dos religiones: el Islam - la religión de mis padres - y el cristianismo, que yo prefería.
"Vi un pequeño libro"
Mis padres me empujaron a seguir la religión musulmana. Luego trabajé para las Hermanas de Ferkéssédougou. Un día, mientras caminaba por el patio, vi un pequeño libro de San Juan. Para mi sorpresa, veo que habla de Jesucristo. Ya había oído antes hablar de la religión cristiana, pero no sabía si era diferente de la religión de Mahoma, si Cristo y Mahoma eran diferentes. En este libro, me di cuenta de que hablaba de Jesús, que sufrió por los hombres y que vino a salvar a todos los hombres.
Pedí información a la hermana. Le dije que había encontrado un libro viejo, que Jesús vino a salvar a los hombres y que murió por ellos. Le pregunté si realmente vivió en la Tierra o si era un cuento. Ella me dijo que sí, que Jesús vivió y que se podía visitar su tumba.
Me dije: "No vale la pena, ya que no soy cristiano y no quiero serlo”. Me acerqué más a la religión musulmana, pedí información sobre el Islam primitivo. Pero seguía leyendo el pequeño libro. Sinceramente, la vida de Jesús, que vivió en la tierra, me impresionaba mucho. A menudo, no llamaba Dios a Dios, sino que, sin darme cuenta y sin saber exactamente qué significaba, lo llamaba Señor.
Un amigo cristiano, Michael.
Raymond Deniel. – Esto pasó en Ferké?
DC: Sí, pasé dos años allí. Después fui admitido en el SATMACI y me designaron en Kohotiéri, en la región de Korhogo. Michel enseñaba catecismo y tuve el valor de preguntarle más a fondo en qué consistía la religión cristiana. Me dijo: "Si realmente quieres aclaraciones, cuando venga el padre hablaremos de todo”. El padre llegó y le dije: "Padre, ¿me puede explicar un poco la religión cristiana?" Me contestó: "Los cristianos son personas que creen en Jesús, que es el Hijo de Dios, que vino a sufrir por todos”. Le dije: "Sí, he leído un librito donde se habla de ello, pero ¿realmente vivió?" Me dijo que sí y brevemente me habló de la vida de Jesús. Me preguntó qué me impulsa a preguntarle esto. Le contesté que la lectura del libro, pues me di cuenta de que Jesús seguía siendo impresionante: una persona que se entrega a sus hermanos... Me preguntó: "¿Qué te interesa de lo que ves en la familia cristiana?” a lo que contesté que no había tenido la oportunidad de convivir con cristianos... "No puedo expresar lo que he visto, pero el libro que leí me dejó muy impresionado: cómo Jesús salvó a la gente, especialmente en la lectura de los milagros. He visto que se trata de un hombre de Dios".
“No puedo decir más sobre la familia cristiana: no pertenezco a una comunidad cristiana, por lo que no puedo ver lo que está pasando”. Él dijo: "Con esta información, ¿qué querías?" - "¡Ah! Quería venir de vez en cuando a escuchar lo que usted dice de Jesús y llegar a ser un cristiano, si es posible". Él me dijo, feliz, "que así sea" y me registré para las clases de bautismo. Esto pasó en 1968.
Antes de leer ese libro de Juan, las cosas eran fáciles para mí. Continué leyendo sin entender todo, pero lo que más me interesaba era cómo Jesús salvó a la gente. Pregunté a Michel: "No es suficiente aprender, he de ir a la iglesia alguna vez”.Se ofreció a acompañarme y me explicó cómo se ora en la iglesia: cualquiera puede entrar, el que quiera hacerse cristiano puede hacer la señal de la genuflexión para saludar, escuchar la Palabra de Dios. Me dijo que la Palabra de Dios es lo que había leído en este pequeño libro... Fuimos allí. En cualquier caso, no entendía nada, incluso con el libro. Una cosa me parecía extraña: Jesús, el Hijo de Dios. Falta algo, no lo entiendo. "Jesús, Hijo de Dios"
RD - Para un niño de origen musulmán, debe ser difícil!
DC- Jesucristo, el Hijo de Dios, me costaba entenderlo. A veces me decía: "Jesús es verdaderamente Dios y para mostrarse se hizo hombre, pero no por eso tengo que llamarlo Hijo de Dios, a Dios directamente". No lo podía entender.

También iba a misa, veía lo que hacían y escuchaba lo que decían. Y decidí asistir al catecismo a Lataha. Iba a catecismo en senufo con los agricultores. No me tomó mucho tiempo entender algunos pasajes: los milagros que dejaban muy impresionado y todo aquello me llegaba al corazón, pero no aceptaba que Jesús fuera el Hijo de Dios.  "Dios no tiene hijos". Pero iba a misa con frecuencia, oraba (aprendí a rezar con Michel) y hasta puedo decir que tenía más valor que en la actualidad. Leía mucho más: Michel me prestó libros y el padre me regaló una Biblia. Leía sin comprender.

CONTINUARÁ...



lunes, 16 de septiembre de 2013

ALEGRÍA DE UN TOUBABOU

Así es como me llaman quienes no conocen mi nombre: « toubabou ». Nada mas salir de casa, un gran grupo de niños y niñas salen de sus escondites buscando un gesto de saludo al grito de « monsieur le blanc, Landessss !! ». Un día me paré y les dije que no estaba bien llamar así y que me podían llamar por mi nombre. Recordaron mal y me llaman Landes y no Lander.

Pero hay algo aún más gracioso y llamativo. Desde junio me desvié de la ruta habitual, llena de desniveles, agujeros, grandes rocas… Habían asfaltado la vía que queda a unos 400m de casa, así que aunque el trayecto fuera mas largo, una vez en el asfalto podía conducir la moto sin problemas. Sin embargo, para llegar al asfalto, he de atravesar un patio familiar. Desde el momento en que oyen mi moto o me ven desde la lejanía, los niños se llaman unos a otros con gritos. Todos salen en tropel de sus casas y me hacen un paseíllo por el cual he de pasar. Ellos aplauden y saltan mientras me cantan « tabou gniena pa, pa, pa! ». Con este espectáculo, todos los días salgo contento de casa. Alphonse me comenta que es un gesto simpático y que cuando el era pequeño, las raras veces que veían un blanco, directamente le aplaudían, como si del presidente de los Estados Unidos se tratara. ¡Curiosa actitud para con los blancos, que históricamente tan mal los hemos tratado! Esclavitud, colonialismo, explotación y expolio de recursos naturales… A veces me pregunto si no son ellos mas civilizados. Nosotros, en Europa, cuando llegaban los primeros negros, ¿les aplaudíamos? En absoluto, huíamos de miedo. Bueno, en realidad también hay algunos niños que se asustan al verme.


Pero me gustaría centrarme en la palabra « toubab-toubabou ». Se utiliza mucho en África central y Occidental para referirse a una persona blanca. Pero ¿de dónde proviene ?

·        En primer lugar, en argot militar, toubib significa « medico », de origen árabe. « Tbib » significa brujo.
  • ·    En wolof, un idioma del Senegal, significa « convertir ». Efectivamente, los médicos convertían a los enfermos, los primeros misioneros fomentaban la conversión…
  • ·        El término podría proceder del mandinga, lengua presente en diferentes países de África Occidental, especialmente, Senegal, Gambia, Costa de Marfil, Guinea-Bissau… En la Gambia de la época colonial, « bob » era el termino que utilizaban los nativos para designar la moneda británica. Por lo tanto, « two bob », dos monedas.
Como en todos los idiomas, hay palabras que son agradables o peyorativas en función del sentido y de la intencionalidad con la que se usan. Sinceramente, a mi no me molesta en absoluto, pues se que esos niños no lo dicen como insulto. Esta infancia vive en la calle, buscando cualquier pasatiempo, cualquier cosa que llame la atención (los niños de aquí no tienen Play Station generalmente…). Y no hay nada más llamativo que un blanco en Korhogo, pues en una ciudad de más de 300.000 habitantes, seremos una veintena de blancos, la mayoría curas y monjas. Claro… con razón me llaman « mon père » (padre) en todo el país !

Toubabous y no toubabous… que tengáis un buen día !  Kolotcholo n’djan tènè ! (que Dios bendiga tu jornada !)


jueves, 12 de septiembre de 2013

CULTO A LA FERTILIDAD Y A LA MATERNIDAD


En el País Senufo, en un contexto de alta mortalidad infantil y maternal, perpetuar la vida es una preocupación importante, prohibiéndose así el celibato. La mujer, fisiológicamente responsable del linaje, es apreciada por su fertilidad. Muchas estatuillas y máscaras tradicionales confirman la importancia que le conceden.


La madre de madres es la diosa Katyelo, la Vieja Madre de la aldea, todos los Senufos son sus hijos: por eso mismo los miembros del Poro son llamados "hijos de la Vieja Madre". Respecto a la mujer física y humana, su primera riqueza, a ojos de los Senufos, es la fertilidad y el honor, así como su belleza, se basa en el número de hijos que tiene. No tener hijos, ser estéril, supone una gran maldición: se dice que los dioses la han castigado por algún motivo. En ese caso, la alianza o boda tradicional carece de valor y puede anularse. Se celebran ritos y se hacen objetos para favorecer la fertilidad, tanto femenina como masculina, pues los Senufos aceptan la idea de que, en caso de problemas, éstos pueden venir tanto de la mujer como del hombre.

Existen numerosas oraciones para invocar a los dioses que favorezcan la fertilidad, siempre acompañados de algún sacrificio animal. He aquí una oración:

"Invitad a las mujeres al pueblo
y dadles la capacidad de tener hijos.
Que sean grandes nacimientos!
Dadles granos maduros de caridad
y no les deis abortadores".

El caridad es un árbol africano cuyos granos se utilizan para fabricar geles y aceites. Es el símbolo de riqueza. La comparación entre los granos de caridad y los niños revela la gran bendición que supone cualquier nacimiento para la familia.

Tras los ritos, muchas mujeres tienen sueños que solo los místicos son capaces de interpretar. Por ejemplo, si una mujer sueña con la menopausia o con una serpiente que le muerde, significa que en poco tiempo va a estar embarazada.

Cuando la mujer está embarazada, se le cuida con mimo, para que no haya complicaciones durante los 9 meses. Sin embargo, en el País Senufo, y esto nos resulta sorprendente a los occidentales, la noticia del embarazo se guarda en secreto. ¿Por qué? Porque hay que evitar a toda costa las maldiciones que personas malintencionadas pueden mandar al bebé o a la madre. Es mejor no informar. De hecho, cuando una mujer anuncia su embarazo antes de que este sea visible, la gente duda de la veracidad y piensa que trama algo.

Por otra parte, a esta obligación de discreción se le añade una multitud de prohibiciones alimentarias, pues los Senufos creen que lo que una mujer embarazada come determinará la personalidad y la salud del bebé. A modo de ejemplo, comer carne de rata durante el embarazo convierte al futuro hijo en ladrón, o que la carne de oveja/cordero provoque problemas respiratorios. 

Como veis, una mujer embarazada supone una gran bendición y es motivo de orgullo para los Senufos, pero también genera grandes inquietudes.

Y con este artículo, quiero rendir homenaje a varias personas. A la primera, a mi Ama. Por todo! Felicito a mi amigo Iñaki y MariJoxe que acaban de ser Ama y Aita. A Elisabet, la madre de mi amiga y hermana Loly, que también acaba de dar a luz. Y a Ramoni, mi compañera de trabajo, que pronto hará realidad su mayor sueño. Y cómo no... a todas y cada una de las mujeres.

Ya estaba un poco harto de escribir sobre muertes, funerales, enfermedades... Me sorprende y me indigna que las familias no tengan dinero para llevar a los niños a la escuela o pagar medicamentos, pero sí tengan dinero para hacer marmitas en funerales.

¡La vida es bella, ESCOJAMOS LA VIDA!

Kolotcholo n'djan tènè!
Que Dios bendiga vuestro día!





lunes, 9 de septiembre de 2013

ACEITE DE PALMA

La agricultura es el motor de la economía de Costa de Marfil. Primer país productor de cacao e importante productor de café,  Pero conocemos más o menos estos productos. El 68% de los trabajadores del país se dedican a la agricultura, aunque la mayoría lo haga no como trabajo sino como supervivencia.

Pero, ¿qué están haciendo estas dos personas? Hablemos del aceite de palma, un producto básico para la población marfileña y de África Occidental, tan básico que en junio se celebró en Abidjan un congreso internacional sobre el aceite de palma, fuertemente contestado por países europeos.



Costa de Marfil se sitúa en 5º lugar de la producción /(detrás de Indonesia, Malasia, y exportación del aceite de palma: el 75% se consume en el ámbito local-nacional y la tasa de exportación asciende a 25% (a los países del UEMOA -Unión Económica y Monetaria de África Occidental-, como Burkina Faso, Togo, Mali, Senegal o Guinea Bisau). Según el tratamiento del aceite, se puede transformar en carburantes, bio-gas o alcohol medicinal), pero generalmente se emplea para producir aceite comestible, margarina o jabón. 

Una palmera da fruto dos veces al mes durante todo el año, y produce entre 25 a 35 años. Sin embargo, alrededor de 20 a 25 años, las palmeras son muy altas y se hace difícil recoger las nueces de palma, por lo que se talan. El tronco se utiliza sobre todo en la construcción de viviendas. En otros casos, las plantaciones se queman para ser replantadas, aunque esta práctica tiende a ser prohibida.

El aceite de palma ha sido objeto de litigios internacionales, pues gobiernos occidentales han declarado que es un producto nocivo para la salud y riesgo de deforestación. Pero, mi opinión es que muchos productos son nocivos para la salud si se abusan de ellos. ¿Por qué poner en riesgo el trabajo, la cultura, incluso el arte de producirlo? Y si se produce en cantidades razonables para no deforestar toda la selva... (más aún si es para consumo propio).








Y he aquí como este chico, de cuyo nombre no recuerdo, trepaba por la palmera con su machete, para cortar las almendras de palma. Chico al cual he de agradecer por llevarnos a sus terrenos, donde nos enseñó sus plantaciones, su casa y su familia. Una vez más, qué gran verdad: "Oh, saludo tierra de esperanza, país de la hospitalidad...".