jueves, 28 de noviembre de 2013

WAPIE

Korhogo, Jueves 18 de noviembre de 2013.

No sé bien cómo empezar este artículo. Probablemente sea el más complicado. Ha llegado la hora. Sí, en pocas horas, y con las maletas cerradas casi a presión, me alejaré de Korhogo.

Son momentos duros. No sé si llegaré a encontrar las palabras exactas. Y es que la tristeza me invade de tal manera que las lágrimas no dejan de salir. 

Tantas y tantas cosas... en Korhogo he descubierto VIDA. "Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia" (Juan 10, 10). Héme aquí de nuevo haciendo renuncias. Pero en la renuncia está la vida, en la muerte está la resurrección. 

La Fe mueve montañas. ¡Vaya si las mueve! Mi Fe ha pasado, como decía mi buen hermano Javier, de ser "una Fe de cabeza" a "una Fe de corazón y alma". Efectivamente... he podido llegar hasta aquí única y exclusivamente por el gran amor de Dios que he sentido en todo este camino, en los buenos momentos Dios ha estado ahí, y en los malos momentos, también. Tanto que agradecerle... No puedo más que alabarle.

Las maletas están a mi lado, casi a reventar. Pero no es lo único que me llevo. No. Llevo conmigo miles de anécdotas, experiencias, sentimientos... Y por suerte que no ocupan espacio, pues necesitaría las maletas de todo el mundo. Me llevo una familia, me llevo una tierra, me llevo, sobre todo, todo un pueblo, el Pueblo Senufo, inscrito a vida en mi corazón. Aquí dicen que cuando perteneces al grupo, sobran las gracias. Así que no voy a agradecerles, ya que me siento parte de ellos. 

Lo único que voy a decir es que, el Pueblo Senufo estará en el Pueblo Vasco, y el Pueblo Vasco seguirá en el Senufo.

Compartir... solo desde el compartir se puede conocer a Dios, a través de todos nuestros hermanos y hermanas, con aquellos que nos cruzamos cada día, con aquellos con los que intercambiamos una mirada sin conocernos... Compartir. 

Compartir... ese valor que Occidente ha perdido por completo. Compartir no solo lo material, sino lo más profundo de tu ser, tu identidad, con las complejidades que incluyen, más si se trata del rico continente africano. 

Sencillez, humildad... Otros valores que Occidente ha perdido. Creernos más que los demás, querer siempre más... siempre más y más... que se traduce en más y más superficialidad y más y más caretas sociales.

Por eso mismo, quiero deciros una gran verdad: "El que se engrandece a sí mismo, será humillado, y el que se humilla, será engrandecido" (Mateo 23, 12).

Sí, amigos. Estos valores han permitido un mutuo conocimiento, una conexión íntima. Una amistad, una hermandad, A VIDA.

No hay adioses, sino un "Wapie tchier", hasta luego!

Y para finalizar, una de las más bellas palabras de Jesús:

Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos , porque ellos posseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

lunes, 25 de noviembre de 2013

SONRISAS Y LÁGRIMAS

Días intensos. Mis últimos días en Korhogo, esta vibrante ciudad de la Region du Poro, en el corazón del País Senufo. 

Decía mi prima Arantza lo siguiente: "cuando dos pueblos se conocen, se respetan". Totalmente cierto, a lo que añadía "... y se establece una conexión íntima". Sí, amigos y amigas. Esta experiencia queda grabada en mi cabeza, en mi corazón y en mi alma. No puedo más que dar gracias al pueblo Senufo por todo lo que me han aportado. Vuelvo con la maleta llena, pero en la maleta llevaré miles de anécdotas, de gestos, de sentimientos... que nadie, y digo nadie, podrá sentirlos aunque los explique. Y tal es la emoción al escribir estas palabras que mis lágrimas recorren ya mis mejillas. 

Tierra mística, de poderes sobrenaturales... Pero el Senufo es, en general y con excepciones, acogedor, sencillo, trabajador... Una personalidad colectiva que otros pueblos han aprovechado para considerarlos inferiores y esclavizarlos. Pero a pesar de todo, su dignidad queda intacta. "El extranjero es rey". Es el primer lema y valor. Lo he vivido y lo sigo viviendo, de manera intensa. 

Son días en los que los sentimientos florecen y se agrandan. Sentimientos encontrados: por una parte, la alegría de volver a mi tierra, y reencontrar lo que dejé atrás en enero, pero por otra la tristeza de distanciarme de quienes me han acogido como un rey, de quienes se han interesado por mí, con quienes he colaborado... Una tristeza cargada de gratitud, respeto y fraternidad. Las despedidas están siendo numerosas y en absoluto sencillas. Porque a la dificultad de la separación hay que añadir una de las reglas africanas: no decir la fecha en el que te vas. He de respetar esa norma, por lo que no puedo decirlo. La historia del pueblo senufo ha sido tan dura que no se debe decir nunca la fecha de viajes, por miedo a que "los enemigos" te tiendan una trampa o te lancen alguna maldición de última hora o alguien pase la información y bandidos desvalijen el coche en el que viajas. No es sencillo. Estos días estoy volviendo a casa muy tarde, ya que unos y otros me invitan a cenar. Además, el viernes pasado terminé mi estancia en el centro de discapacitados Don Orione, donde las lágrimas fluían de tal manera que podríamos crear un bonito río de agua dulce.




(Con mi gran amigo Casimir Naman, Big Kazum para mí).

(Con Ahmed, el dueño del kiosco donde tomo cada día mi café y que tan bien me ha tratado siempre).

(Con el grupo Tamang, que significa amor en senufo, el grupo de láicos amigos de las Hijas de la Cruz).

(Con mis compañeros de CEB, Comunidad Eclesial de Base, que lleva el título de San Francisco de Asís).

(Junto con mi segunda familia en Korhogo, estos no son senufo, sino malinkés. Una familia que me quiere y a la que quiero.)

Pero esta mañana ha sido intensa también. Un grupo de Lasarte, en colaboración con Misiones Diocesanas de Donostia, se disponía a financiar algunas necesidades que había visto y vivido aquí en Korhogo. Tres eran las necesidades que presenté, en forma de powerpoint, que proyectaron en la cena solidaria que se celebró hace dos semanas. Y gracias a la Congregación Hijas de la Cruz, estas donaciones han llegado íntegramente a Korhogo, evitando todo tipo de intereses bancarios. He aquí las tres necesidades: 

- Don Orione 1: compra de aparatos auditivos para menores con dificultades auditivas y cuyas familias no tienen solvencia económica para comprar dichos aparatos. 
- Don Orione 2: fomento de la participación de menores en el centro, financiando la parte correspondiente a las familias más pobres y sin recursos y que es exigida por la Fundación con la que se trabaja. 
- ONG-Escuela Aide Côte d'Ivoire: compra de mesas, bancos, material escolar y pedagógico así como el pago del alquiler de la casa. (en este enlace podéis ver en qué consiste la ONG, pues escribí sobre ella: http://korhogotik.blogspot.com/2013/08/el-saber-es-el-poder.html  ) 

Ayer llamé al director de la ONG-escuela para darnos cita esta mañana y entregarle el cheque. A las 10 de la mañana venía a recogerme y me ha llevado a la ONG, a diez minutos en moto por unas callejuelas poco practicables. Al llegar, un centenar de niños y niñas nos hacían un paseillo hasta la casa mientras nos aplaudían. Indescriptible. Me sentía entre contento y sorprendido. 

Me invitan a sentarme tras darme una calabaza con agua -el gesto de bienvenida- junto con el "Fotamana" (Bienvenido, en senufo). El profesor me presenta ante los niños y profesores-voluntarios y un niño se acerca con una carta manuscrita, la cual lee delante mío. Era la carta de agradecimiento que me entregaban, pidiéndome que la traslade al grupo de Lasarte y a la Diócesis. Junto con la carta, muchos dibujos para la Diócesis y varios regalos: un precioso bubu tradicional, junto con su gorra, para mí, otro regalo para el grupo de Lasarte y otro regalo para mi madre, junto con una frase que casi ha hecho que rompa a llorar: "Merci maman de Lander Zié, vous êtes notre maman" (Gracias madre de Lander Zié, eres nuestra madre". No sé de dónde he sacado las fuerzas para evitar llorar de emoción. 

Y tras esta calurosa bienvenida, me han vuelto a enseñar las "aulas", que debido al mayor número de alumnos, quedan muy pequeñas. Y en la sala de gestión (tanto del director, como de los profesores...), hemos compartido una lata y unas galletas, mientras charlábamos de diversos asuntos. Yariduma, antes de traerme a casa, me lleva a su casa para que salude a sus padres, los cuales dan un bote al verme llegar. Nunca han visto un blanco, y aún menos en su casa. Me dan agua, y tras saludarlos en senufo, veo que sacan un poco de arroz para que coma. Como dos cucharadas para no ser ingrato, suficiente para que me dan una decena de bendiciones. Y Yariduma me vuelve a traer a casa, donde Alphonse le invita. Comemos juntos, de manera muy amena, y aquí me encuentro delante del ordenador para relataros cómo estoy viviendo estos días.











Sin duda son unos días intensos. Pero solo os diré una cosa, volver a Korhogo algún día no es una opción, es una obligación para mí. Por eso mismo, a todos y a cada uno de ellos les digo "Wapie Tchier", hasta pronto, y ellos me dicen "Wapie Tchanga", buen viaje, no sin antes pedirme fervientemente que salude a todas las personas de mi entorno, empezando por mi familia. 

Días intensos, días inolvidables.



viernes, 22 de noviembre de 2013

VIAJE A KORHOGO

Queridos lectores del blog. Hoy no soy yo quien relataré una experiencia única e irrepetible. Doy la palabra a mis amigas Marta y Cristina, misioneras madrileñas en Costa de Marfil, a quienes tuve el honor y el placer de invitarlas el puente de Todos los Santos a Korhogo -con la amabilidad de mi familia-. Fue un fin de semana intenso y lleno de emociones. Pero dejo que ellas os lo expliquen. Les quiero dar las gracias por el interés, el respeto, el acompañamiento y sus convicciones. Por lo tanto, Cristina y Marta, os cedo mi blog, para que desde vuestro toque humano y, por momentos irónico, relatéis cómo ha sido vuestra experiencia en el País Senufo. (LANDER-ZIÉ)

Hola a todos los fervientes lectores del blog de nuestro gran amigo Lander: 

Cuando empezó nuestra aventura de África, por nuestras cabezas rondaban muchas preguntas. Algunas eran simples: ¿qué calzado será el más apropiado? Pero otras parecían muy grandes: ¿cómo podremos encajar en ese mundo tan distinto?, ¿qué nos deparará este viaje? 

Al otro lado de nuestras dudas, Lander nos ayudaba en parte a resolver algunas de esas preocupaciones, calmando la incertidumbre, aunque no podíamos hacernos una idea de que al cruzar la frontera todo daría un vuelco. 

Habituarnos nos costó un poco, pero esa es otra historia. El caso es que cuando llevábamos un mes aquí, decidimos hacer una escapada al norte. Aunque también es cierto que Lander insistió bastante. No lo hemos hablado seriamente, pero nuestra sospecha es que echaba de menos la esencia española… 

Nuestro viaje resultó aparatoso, pero al llegar a Korhogo, Lander nos esperaba con un bólido veloz de última generación que rugía con la majestuosidad de un Rolls Royce. Al llegar a la segunda calle, el motor comenzó a toser y el coche nos abandonó. Este hecho, que parece no tener importancia, es el desencadenante de que hiciera falta para nuestro viaje un conductor con maña: Habib. Esta persona ha sido uno de los más maravillosos descubrimientos de este viaje. 

La primera tarde tenemos el placer de conocer el centro psiquiátrico. En un contexto africano, donde mucha gente cree que los problemas de la mente están relacionados con procesos mágicos y demás maldiciones, conocer un lugar como este fue algo increíble. Todos nos imaginamos un edificio cerrado, con paredes blancas y un montón de habitaciones donde están los pacientes, pero esto es otra cosa. 

Los enfermos están en el patio, moviéndose de un lado a otro, se acercan a saludarte, te miran y comparten momentos unos con otros. Los que están mejor, ayudan al resto en las cosas más básicas, como las comidas, e inconscientemente hacen que todo parezca más humano. 

Te miran con esos ojos que parece que no dicen mucho pero que te conmueven por dentro. Un sordomudo se acercó a nosotras, cogió su pizarra y con gestos nos dijo algo así como que éramos muy guapas. Lo bonito del momento fue su mirada, sus ojos, esos ojos que tanto dicen, tanto muestran y tanto conmueven. Es cierto que no todo es precioso, que también había un chico tirado en el suelo que acababa de ser abandonado y con la medicación no se le podía mover…y te extraña, te mueve y te hace pensar porqué está ahí, porqué nadie hace nada más..Pero no hay ninguna respuesta, porque ellos viven así, son sus tiempos, su forma de trabajar y no es ni peor ni mejor, solo nos impacta porque vivimos de otra forma y para ellos es incluso un lujo poder estar en un centro psiquiátrico. Otra realidad… 

El segundo día vamos a un pueblo donde tejen túnicas, maderas, hacen bisutería…todo con los productos de la tierra. Una cooperativa que realiza un trabajo estupendo. 

Por la tarde nos llevan a un entierro musulmán en un pequeño pueblecito. Allí conocemos a los grandes del pueblo, personas “viejas”, porque aquí decir viejo a alguien es como decirle un halago, las cuales representan a las familias más importantes del pueblo. 

Estos “grandes” dan su consentimiento para que se pueda enterrar el cuerpo en el lugar indicado. Cuando llegamos, les saludamos a todos, y tenemos la sensación de que estamos en medio de algo grande. Son hombres que hablan lenguas que desconocemos, viejos jefes de un poblado, los más sabios en los que confían la justicia y gran parte de las decisiones…Tras una conversación en árabe de los más viejos pellejos – y sabios resabios – con el cabeza de familia del fallecido, se procede al enterramiento. 

Es un momento único, la gente hace fotos, va cantando siguiendo al féretro... Cuando llegan al lugar donde van a enterrar el cuerpo, las mujeres se quedan atrás, porque según su religión y tradición, son impuras y podrían contaminar el cuerpo. Para ellos el cuerpo no puede tocar la tierra así que hacen tropecientos malabarismos hasta conseguir enterrar el cuerpo en el hoyo profundo que deben haber cavado la noche anterior, o un montón de días antes porque es enorme. Es complicado ver cómo lo viven, cuando para nosotros es un momento muy triste, donde lloramos y donde con pocas palabras basta para expresar tus sentimientos. Pero para ellos el cantar, hablar unos con otros, comentar la situación, hacer fotos y demás...es la forma de mostrar respeto, guardar su luto. 

Que estuvieran tres blancos en ese entierro, era todo un honor, algo más a lo que sacar fotos y algo de lo que poder hablar durante unos cuantos días. Si lo pensamos fríamente, los únicos blancos que ellos han visto en su vida, han sido los que salen en la tele y estar cerca de nosotros, aunque a veces nos resulte raro, es para ellos casi un privilegio. 

Al terminar el entierro, Habib nos lleva a conocer a su familia. Un viejo sentado en una silla de madera, nos bendice en su lengua, compartiendo un momento con nosotros y orgulloso de que estemos allí. Nos regalan cacahuetes, un gesto sencillo, pero mientras los estamos cogiendo para guardarlos en una bolsa, siento que África nos está haciendo un regalo que no es tan solo aquello que guardamos. Esta tierra roja que ahora mancha nuestras manos nos abraza, sus gentes son nuestros hermanos, y formamos parte de ella. Quizá como invitadas, pero se nos acoge.




Después nos acercamos a una fuente de agua sagrada donde crece un árbol, un símbolo que une la tierra con el cielo. Este representa la familia, y aquí puedes pedir deseos, formular peticiones, rezar tus oraciones. 

Cruzamos un campo de patatas, emocionados, sin acertar a comprender aún la trascendencia del momento. Poco más allá, Habib se para, y sin mediar palabra, se descalza y se arrodilla ante el árbol. El silencio se hace sepulcral, y en medio de aquel huerto, algo cambia en nosotros. Después todos le seguimos y nos quedamos con los pies sobre la tierra, nos arrodillamos cada uno con sus sentimientos, con sus pensamientos y con sus propias sensaciones. 

La manera en que este hombre nos acercó a su forma de vivir, de esa forma tan sencilla que no esperábamos, nos dejó congelados. Algo pequeño, un lugar en medio del campo, un árbol como los demás, puede convertirse en un lugar sagrado. Y su pequeñez no lo hace menos sagrado que la Basílica de San Pietro. Una persona callada, desconocida y tan distinta a ti, puede ser tu hermano o tu maestro mostrándote la grandeza escondida en algo pequeño.



Después de tanta emoción, toca pasar un rato tranquilo en casa; cenar algo, charlar un poco con la familia de Alphonse, y descansar. Estos ratos en su casa son también pequeños regalos que atesoramos: Alphonse con su acogida, emocionado porque disfrutáramos de su tierra, Edith con su amabilidad y su aura de mamá de todos, los niños con sus juegos, sus risas, sus cariños…y Lander, que estaba muy contento de poder compartir todo con nosotras, y con el que sacábamos el toque humorístico a todo.






Al día siguiente vamos al mercado: una mezcla fuerte de azafrán, carne, pimienta, naranjas, manteca de karité; amarillos, azules, verdes, el negro del carbón…


Por la tarde vamos a un entierro tradicional en un poblado no muy lejano.

Aquí conocemos el Poro un poco por encima, esa asociación secreta de la que Lander ha hablado en alguna ocasión. Primero hacen el enterramiento, como el que habíamos visto el día anterior, y después comienza la juerga. Mujeres, hombres y niños comienzan a bailar en círculos mientras el eco de los tambores retumba, haciendo vibrar cada una de nuestras células. Nos unimos a ellos, al principio tímidamente, poco después sin vergüenza y con muchas ganas. Las mujeres bailan con colas de caballo en las manos, que sirven para ahuyentar los malos espíritus. Y pensamos, “a mí ya no me queda ni uno solo, porque me han restregado las colas de caballo por todos lados, y más de una me ha dado un viaje en toda la cara…” 

Muy liberados de malos espíritus, nos sentamos en un Maqui y nos tomamos una cerveza. Los niños del poblado se nos han pegado como lapas, y no nos dejan tranquilos hasta que les lanzamos caramelos – como en la cabalgata, pero sin reyes, ni magos -. En este rato tranquilo, charlamos con Habib y Alphonse de religión, de las diferencias entre nuestros mundos, y de nuestras visiones...











Pero después la fiesta continúa: hay más baile en la casa del fallecido, hay más música, más festejo. Siempre guiados por Alphonse y Habib sobre lo que podemos y no podemos hacer – aunque todo es bastante intuitivo – nos mimetizamos (todo lo que nuestra palidez nos permite) con la gente. Cuando nos estamos yendo, nos piden que nos quedemos: va a comenzar el baile de la pantera. Esta ceremonia es alucinante, y solo pensar que todo esto se hacía prácticamente igual hace cientos de años, hace que todo sea emocionante, un poco irreal, como si hubiéramos retrocedido en el tiempo.


No vamos a pararnos mucho en este baile, que consiste en acrobacias. Las realizan jóvenes vestidos con trajes que fingen ser la piel de una pantera mientras la música suena. La gente les da dinero como señal de respeto. 

Al terminar, se paran y nos escuchan. Decimos unas palabras que quizá sean muy sencillas, sin embargo, para ellos, el hecho de respetar su cultura de esa forma, el que tres blancos hayan bailado con sus gentes con esa naturalidad, les hace sentirse orgullosos de su propio valor, reconocidos por el mundo, creemos. 

Al día siguiente volvemos a casa, cansadas pero contentas, con la mochila y el corazón más llenos que cuando nos fuimos. 

Para nosotras Korhogo ha sido compartir, abrir la mente. Una experiencia de tolerancia, mezcla de culturas pueblos, diálogo. Pero lo que más nos ha removido es la manera en que África nos ha acogido: con los brazos abiertos, llena de detalles sencillos y grandes al mismo tiempo.

MARTA Y CRISTINA.

sábado, 16 de noviembre de 2013

UN ANGEL PARA TRANSMITIR EL MENSAJE Y CARIÑO FAMILAR

Hoy, sábado 16 de noviembre de 2013 ha sigo una jornada intensa, pero con una carga de emoción incomparable.

A los pocos días de llegar a Korhogo, en enero, mi tío Javier falleció repentinamente. Fue un comienzo duro, no me lo esperaba en absoluto. Sentía impotencia por no poder estar presente en esos momentos con mi familia, arroparlos con mi cariño. Por lo cual, conozco bien lo que se siente cuando alguien importante en tu vida desaparece cuando te encuentras a miles de kilómetros de tus seres queridos.

Mathieu Silué, es un cura senufo, que se encuentra en Italia desde hace unos años y es amigo de la familia que me acoge, de mi familia. Hace dos semanas perdió a su tío en un accidente de carretera. Puedo imaginarme cómo se siente en estos momentos.

Dos semanas después, hoy se ha celebrado el entierro en un pequeño poblado cerca de Napié. Teníamos que estar allí. Seguido del entierro, deberían celebrarse los funerales. Pero ayer o antes de ayer, hicieron un rito de consulta a los genios, y éstos les dijeron que no tenían que celebrarse aún, porque se trataba de un accidente. Misticismo. Realidades que se nos escapan...

Hemos ido en moto, y en cuanto hemos llegado, nos han dicho que ya habían realizado el entierro, por lo que tras unas palabras con la familia y la gente del pueblo, nos hemos dirigido al cementerio, cerca de las casas, para hacer una oración por el eterno descanso del difunto.


Y a continuación, hemos ido a saludar a los "viejos". A la madre de Mathieu, y al jefe de la familia. En cuanto me han visto, al ser blanco, se han levantado con una gran sonrisa, dándome bendiciones, ya que consideran que el hecho de que un blanco esté ahí, está representando al hijo y sobrino Mathieu. Se han deshecho en elogios hacia mí. Un momento indescriptible, intenso, mágico... y es que Dios no entiende de distancias ni fronteras. Por eso mismo, con la intención de hacer llegar a Mathieu el estado de ánimo de la familia, les hemos pedido que le manden algún mensaje en grabación. Primero la madre y jefe de familia han transmitido el mensaje. No lo entenderemos, hablan en senufo. A cada bendición acompaña un gesto característico de los Senufo, pegar los dedos o la palma de la mano en la frente. ¿Qué significa? Que recibimos la bendición de Dios-Kolotcholo y que no deseamos que salga de nuestra cabeza, siendo conscientes de la misma. 


Tras este mensaje, el "viejo" ha querido rezar y hacer bendiciones desde el fetiche de la familia, que se encontraba en la entrada de la casa. Este fetiche es un monumento que se adora en la religión tradicional animista y que protege a toda la familia. He aquí el vídeo:




Y tras despedirnos con grandes abrazos, hemos vuelto donde se encontraba la mayoría de gente para "demander une partie de la route" o pedir una parte del camino (permiso que se pide a los locales para que puedas salir del pueblo), no sin antes recibir una decena de bendiciones: "que Dios os guíe en el camino hasta casa", "que Dios bendiga vuestra familia", "que Dios os de la salud necesaria", etc.


Sinceramente, ha sido una mañana mágica, excepcional. He sentido el cariño sencillo y profundo de esta gente, y me he sentido como un ángel, un mediador, para tranquilizar a Mathieu de que su familia se encuentra bien, que estaban tristes antes de mi llegada, pero al verme, que han visto en mí a él. 

Como véis, amigos y amigas, África es sinónimo de misticismo. Y por muy lejos que estemos, Dios permite unión y fraternidad, cuando el corazón está limpio. No entiende de distancias. No entiende de razas. Dios nos ama a todos.

Desde aquí, mi más sentido pésame a toda la familia y mi más cálido y fraterno abrazo a Mathieu, al cual tranquilizo y agradezco por haberme elegido como representante suyo. Que el alma del difunto descanse en paz. Que la tierra le sea ligera.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

"DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A MÍ"

La de ayer fue una jornada inolvidable, una de esas que quedarán grabadas en mi mente, sino en mi corazón. Y es que ayer, Junior cumplía 3 añitos. El niño de mis ojos.

Soy hijo único, tras 14 años de matrimonio sin hijos. Nunca he considerado ni bueno ni malo el hecho de serlo. Muchas veces preguntan si he echado de menos tener hermanos... Pero cómo voy a echar de menos algo o alguien que nunca he tenido? Ni para jugar, pues siempre jugaba en la calle, con mis amigos del barrio, de los cuales guardo grandes recuerdos. 

El niño de mis ojos. Sí, no puedo esconder el amor que siento por este pequeño trasto que con sus ruidos y gritos no me deja descansar. Junior no es el hijo de la familia que me acoge. Se ha convertido en el pequeño hermano que nunca tuve, en el sobrino que no tengo y al cual puedo darle caprichos y, con permiso de su madre y su padre, en un hijo. Cuando te das a los demás desinteresadamente, Dios te lo devuelve con creces, y éste es un ejemplo más.


El hecho de pensar que en 15 días pongo punto final a una experiencia de casi un año me llena el corazón de sentimientos encontrados. Pero cuando pienso en Junior, me invade la tristeza, la pena... La distancia será grande, y el pequeño no entenderá absolutamente nada. Será la persona a la que más echaré de menos, y sé que él también me echará mucho de menos. Mis lágrimas recorrerán mis mejillas, no me cabe duda. Pero son lágrimas por personitas como él a los que quieres. Dios ha puesto Junior en mi corazón. De por vida.

Como os decía, ayer fue un día especial, por el cumpleaños de Junior, que nació el 12 del 11 del 10. La víspera compré napolitanas, una para cada uno de la casa (somos 6) que lo suyo costaban. No es precisamente algo que la gente se pueda permitir. Pero nada mejor para iniciar uno de los días más dulces que he vivido en Korhogo.

A la tarde, me desplacé a la guardería de Junior. Esta guardería se llama "Les enfants de Saint Louis", construida en el recinto parroquial de Saint Louis de Téguéré. Una guardería que mi buen sacerdote y amigo Ramón construyó cubriendo así una necesidad para estos niños del barrio Téguéré de Korhogo. Tras tomar un café en el chiringuito de Hamed, me dirijo a la guardería, por cuyas puertas los niños salen en tropel a saludarme. "Bonjour mon père!!!" ofreciéndome la mano. Un blanco en Korhogo... ha de ser cura sí o sí. No solo para los niños, sino también para muchos mayores.


Junior se encontraba en el centro de la clase, delante de la mesa. Las profesoras le ponen una diadema "Happy birthday" que Ramón regaló a la guardería, y los niños empiezan a cantar en francés e inglés. Sonrisas, felicidad inocente... Y se reparten las galletas, las bolsas de "chipsy" (bolitas como gusanitos) y caramelos que Alphonse ha comprado para toda la guardería. Y todos salen corriendo al patio, donde se encuentran algunos columpios. Mi Junior no se va muy lejos, como mucho a un metro, como si de un pollito cerca de mamá gallina se tratara.






"Les enfants de Saint Louis" solo tiene tres aulas, petite/moyenne/grande section, bien equipadas, con una ducha y un baño... Muy bien equipado. No tengo duda de que es uno de las mejores guarderías de Korhogo, y sin duda el mérito lo tiene Ramón, a quien 40 años de misiones y servicios en África avalan. Compromiso con los más pequeños, compromiso por la gente, compromiso por Dios. Desde aquí mi aplauso!



Y a la noche nos juntamos la gran familia alrededor de dos mesas para cenar. Buen ambiente, charlas amenas, etc. Y como colofón del día, la tarta que encargué a un marroquí en Korhogo: una gran tarta de chocolate y vainilla, que tras cortarla en trocitos, repartimos a los presentes y a los niños de nuestra "calle". Un momento precioso, mágico... aunque Junior no quiso comer un trozo (pensaría que era medicación). Como os podréis imaginar, pocas tartas se ven por aquí.





Y con esto finalizó un sencillo pero maravilloso día. El día de Junior. De mi txiki. Porque en la sencillez está la belleza, está lo humano y está Dios.

KOLOTCHOLO WO CHO!