El día 22 de enero
comenzó muy pronto en nuestra casa. A eso de las 3.15 de la madrugada, y tras
haber dormido solo una hora, el despertador sonó para dar paso a un largo día,
lleno de despedidas, vuelos, esperas y controles.
Lo más duro de todo
fue separarme de la Ama. Un largo abrazo, con las lágrimas en las mejillas. No
hizo falta decirnos palabras. Cuando los sentimientos son tan fuertes, no
existe vocabulario adecuado. Me sentí mal, sentí que abandonaba lo que más
quiero en este mundo. Pero ella, en ningún momento ha dicho “no”. Doy gracias a
Dios por la maravillosa mujer que me dio la vida.
Es curioso, tras
ese momento y arrancar el coche, me vino a la memoria tanta gente extranjera
que en un momento dado tuvo que abandonar a sus personas más queridas por un
futuro mejor.
Tras despedirnos
Guillermo, Carlota y yo, volé de Bilbao a la nevada y fría Paris, y a las 4
horas, de París al bochornoso Abidjan. Nada más salir del avión, el húmedo
calor me golpeó con violencia provocando un continuo sudor. Controles de salud,
de documentación, maletas que tardaban en aparecer… A la salida estaban
esperándome cuatro personas: Janine, una Hija de la Cruz de Iparralde (Senpere)
en misión durante 40 años, Clémentine, una Hija de la Cruz burkinabé que conocí
en 2009, Charlotte, una joven novicia burkinabé de 23 años, y Zékou, el humilde
y cercano ayudante y chofer.
Tras cenar en una
especie de bar, en el cual faltaba prácticamente el 70% de lo que ponía en la
carta y con problemas para el cambio, nos alojamos en una comunidad que tienen
los Marianistas. A la noche, antes de dormirme, me dirigí a una zona al aire
libre donde había una gruta con la Virgen María. Me recordaba tanto a Yagma, en
Ouaga (Burkina-Faso)! Necesitaba orar, necesitaba dar gracias, necesitaba
encomendar.
El día 23 fue un
día largo, de viaje también. Emprendimos la carretera de Abdijan a
Yamoussoukro, que era una “vía rápida”, a pesar de que había hombres, mujeres,
niños y familias enteras andando por los bordes, con mil cachivaches sobre sus
cabezas, con bebés a la espalda. Tras comer en Yamoussoukro cogimos la
carretera dirección Korhogo. ¡Qué carretera! Cada 100 metros había un gran
agujero, algunos de un tamaño de bañera, que nos obligaba a parar para
esquivarlo. Y me venía constantemente la frase de Shakira: “porque esto es
África!!”.
Tras comprar varias
barras de pan en una panadería de musulmanes, pues hoy jueves es fiesta en su
religión (cuánto tenemos que aprender del respeto entre religiones!), llegamos
a Bonaeré, una pequeña aldea donde las Hijas de la Cruz tienen una comunidad,
en la cual conviven con los nativos, cultivan una granja, cuidan de gallinas
ponedoras, enseñan a coser, atienden a los enfermos, a discapacitados… Me
acordaba de aquellos que echan pestes sobre las religiosas en su conjunto.
¡Cuánto bien están haciendo! Y de una manera tan sencilla y discreta…!
Con el breviario
que me regaló mi Fraternidad Molante en mano, rezamos Vísperas, en una sencilla
capilla de la comunidad. Recordé a tantas personas que he dejado allí… Y tras
la bendición, compartimos una fresca, sencilla y ligera cena.
Necesitaba ducharme
antes de acostarme, pero no había agua. Eso sí que es el pan nuestro de cada
día… Decidí dormir y ducharme a la mañana, pues seguramente habría agua. Me
equivocaba. Al despertarme a las 6 de la mañana (es a esta hora cuando la gente
se despierta, para aprovechar el fresco de la mañana), giraba el grifo pero no
había agua. Sin embargo, una de las Hermanas me había dejado un balde de agua
en la puerta de mi habitación. Por lo menos pude asearme, desayunar y retomar
la carretera tartalosa hacia Korhogo.
Korhogo nos recibía
al mediodía. Sin conocer a nadie, todo el mundo se saluda levantando la mano.
Para ellos, se trata de ser educado. Nos reciben en el colegio Sainte
Elisabeth, colegio de las Hijas de la Cruz, que la dirigen desde hace 40 años.
Comemos juntos y me echo una siesta. Por la tarde, he tenido una visita muy
especial: a pesar de pasar la noche en la comunidad del colegio, ha venido Alphonse
para conocerme en persona.
Ya nos habíamos
escrito varios mails y la impresión que me daba era muy agradable. Ahora lo
confirmo. Alphonse es un chico de 34 años, casado, con un niño de 2 años y una
chica apadrinada para ofrecerle estudios. Su familia va a ser mi familia, pues
voy a vivir y convivir con ellos. Es el responsable-coordinador del centro Don
Orione-Antenne de Korhogo, el centro para discapacitados donde voy a realizar
mi misión.
Tras charlar
amigablemente y compartir agua fresca, ha llegado Giovanna, la responsable de
la Congregación Hijas de la Cruz en África. Su recibimiento ha sido muy
cariñoso y familiar (ya nos conocíamos), y tras preguntarme por el viaje, me ha
hecho subirme a su coche y me ha llevado a la casa regional donde vive junto
con más hermanas. Allí hemos orado en otra sencilla capilla, que tenía una
figura de la Virgen en madera, muy muy antigua, junto con las demás hermanas,
una de ellas de cerca de Donibane Garazi-Saint Jean Pied de Port. Compartimos
la sencilla cena (una sopa, arroz con un poco de jamón serrano que tenían y un
yogur) y me trae de vuelta al colegio.
Y desde esta básica
habitación, espero poder girar el grifo de la ducha, que caiga agua para poder
ducharme y retirarme.
Os mando a todos un
fuerte abrazo lleno de recuerdo y amistad. Aunque no pueda responder a todo el
mundo, os agradezco por vuestro seguimiento del blog y los comentarios que me
escribís en Facebook.
Agur guztioi.
Intensas jornadas, que alegría me da de que estés por allí, me gusta lo que cuentas, la sencillez de las cosas... en fin lo humano y lo divino en una congujación especial. Un abrazo hermano. Javier.
ResponderEliminarme alegro de leer que fue bien la llegada. besotes de norika.
ResponderEliminarQué gran experiencia vas a vivir Lander, en la cotidianeidad de las cosas y con muchos momentos especiales también!!!!!Me alegro mucho de tener noticias tuyas y tan buenas y.....creo que tienes mucha razón al comentar eso de la gran labor que están haciendo muchas religiosas y religiosos (y otros que no lo son también) en el mundo. Yo he visto unas cuantas y no solo por las lejanas tierras africanas......
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte desde Castro!!!!!
Tu amiga y hermana Ana Akorda......
¡Qué alegría al leer estas letras! Te deseo mucho ANIMO y FUERZA para desempeñar tu labor, que seguramente lo harás fenomenal. En mi oración te tengo siempre presente Lander. Un abrazo muy fuerte. Tu hermana de Molante Silvia.
ResponderEliminarGracias por compartirnos la simplicidad de cada día, desde tu llegada. Un fuerte abrazo. Amaia.
ResponderEliminarQue bonito todo lo que escribes!!!!! Que bonita experiencia y cuanto podemos y tenemos que aprender de otros!!!!! Un fuerte abrazo y muchimas fuerzas!!!!! Paula.
ResponderEliminarAupa Lander!!! Eskerrik asko por tus sencillas palabras, sencillas pero llenas de significado... me alegro mucho de saber que andas bien, una gran experiencia de vida la que estas comenzando a vivir... y... yo tambien estoy totalmente deacuerdo con que hay mucha gente (religiosas y laicos) que estan haciendo una gran labor por todos los rincones...
ResponderEliminarBesarkada haundi bat!!!
Bixen.
Mucha suerte Lander!! Soy un oyente de Liliput de Donostia y me encanta ese espíritu de cooperación, así como la serenidad que transmites al hablar.
ResponderEliminarMuchísimas gracias a todos! Seguiré contando aventuras. Espero que estéis todos bien. Un fuertísimo abrazo desde Korhogo!
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