Hoy hace una semana desde la
última vez que escribí en el blog. La semana ha sido intensa, de trabajo, de
celebraciones… unido a que no he tenido conexión a Internet varios días. En
cualquier caso, ya estoy de vuelta, delante del ordenador, dispuesto a contaros
cosillas que espero que os resulten de interés.
Tras el Domingo de Ramos,
celebrado con alegría y entusiasmo, el lunes tocaba volver a Don Orione, el
centro donde colaboro. A la tarde, me ofrecieron la posibilidad de acudir a la
Catedral de Korhogo, llamada Saint Jean Baptiste de Korhogo, para participar en
la Misa Crismal oficiada por el arzobispo, Marie-Daniel Dadier, y rodeado por
todos los párrocos de las diferentes parroquias de la archidiócesis. En la
misma bendijeron los aceites que se utilizan con las personas enfermas y en las
Confirmaciones. Una misa que duró algo más de dos horas, pero de manera amena.
El JUEVES era también un día de
trabajo. Ello no nos impidió participar en la celebración de la primera parte
del Triduo Pascual: la Última Cena de Jesucristo con sus discípulos, el día del
AMOR FRATERNO. Una celebración que me gustó mucho y que hizo que recordara, una
vez más, las profundas, sencillas e incomparables Pascuas junto con las
Mercedarias Misioneras de Berriz. Siempre me emociona la celebración de la
Eucaristía, pero lo que me llega más al corazón es el Lavatorio de los pies.
"Este es el mandamiento mío: que os améis los unos a los otros
como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus
amigos"
Ramón, nuestro párroco, pidió una
fuerte ovación al Santísimo. Todo el mundo comenzó a aplaudir, a emocionarse…
Los aplausos duraron más de 10 minutos. Una verdadera pasada, con las emociones
a flor de piel. Todo gesto es poco para agradecer la entrega de Jesús, por
todos nosotros.
El VIERNES trabajamos también,
aunque solo por la mañana. A las 15.00 horas comenzó el Via Crucis para
recorrer el barrio de Téguéré. Un Via Crucis representado. Fue una gran
experiencia y la gente totalmente volcada en la oración: una profunda
celebración de la Pasión. Por momentos, mi mente saltaba a Jerusalén (aprovecho
para mandar un cariñoso saludo a Javier y a su madre).
Sin embargo, con el Sol torturando
de manera cruel, el calor era tan sofocante (sobrepasaban los 40º) que una
persona tuvo que darme una bolsita de agua porque me veía mala cara. Y es que
era verdad, casi me mareé. Pero con un poco de agua pude continuar. Volvimos a
la parroquia y ahí continuamos, bajo los ventiladores, la celebración. Comparto
varios vídeos del momento.
Tras cenar a las 19.00 horas (no
ayuné, pues entonces sí que hubiera enfermado), nos desplazamos a un pueblo
para presenciar un funeral sénoufo con ritos musulmanes y un sacrificio. Estaba
a unos 25km, pero llegamos tarde. Se nos pinchó la rueda trasera de la moto, en
el pueblo llamado Karakoro. Tuvimos que llamar a un vulcanizador para que
reparara, muy rudimentariamente, la rueda. Apareció todo el pueblo pues alguien
había dicho que había un blanco! Todos me querían tocar… Me agobié un poco. Un
señor vio que me avasallaban y tras “espantar” a los niños, me trajo un banco
para que me sentara.
Llegamos tarde a Komboro. Ya habían
hecho el sacrificio: habían matado una vaca. Cuando llegamos, estaban
descuartizándola. A la hora, las mujeres nos trajeron un montón de cazuelas con
arroz y carne. Pero en cantidades industriales. Comentábamos que está claro que
en los funerales sénoufo, el asunto consiste en comer, bailar y hablar. Tras
comer un poco, fuimos al rito musulmán. Había un grupo de hombres sentados en
el suelo, en círculo, comentando el Corán. Al lado, la familia del fallecido. Y
detrás, todos nosotros en sillas de plástico. Era casi la 1 de la madrugada, y
la verdad, me preguntaba quién seguía la celebración, pues prácticamente todos
dormían. Algunos incluso roncaban. Al rato, nos volvimos a la “casa” que nos
prestaban. No dormí hasta las 3.30 debido al calor que hacía dentro. Me harté,
saqué la colchoneta a la entrada y dormí al aire libre, hasta las 6.30, cuando
el sol se hacía ya presente. Para entonces ya nos habían dejado más cazuelas
para desayunar arroz y carne. Tras visitar al párroco del pueblo (sinceramente:
un edificio que se caía a trozos, el cura casi ciego, solo… ¡qué mérito ser
cura ahí!). Visitamos también el centro de salud que gestionan las Hijas de la
Caridad de Santa Ana. Conocí a varias catalanas (de Manresa y Penedés). Y
volvimos a la celebración musulmana. Apareció un grupo de jóvenes con unas
banderolas con la cara del difunto. Bailé con ellos. Y tras comer un poco más,
volvimos en moto a Korhogo. Nos paró la policía para pedir dinero, pero
conseguimos escaquearnos.
Comí en un “maquis” con mis
compañeros del centro. En ambiente sano y familiar. Comparto foto con Adéline,
la fisio francesa.
El SABADO POR LA NOCHE, a partir
de las 21.00 horas, he acudido a la parroquia a la Vigilia Pascual. Una Vigilia
que ha durado 4 horas! Pero con momentos intensos, llenos de alegría. ¡JESUS HA
RESUCITADO! Y hemos bailado… durante media hora! Maravilloso, inexplicable…
Además, en la misma celebración, un grupo de unas 40 personas, la mayoría gente
de edad, se bautizaba y hacía la primera comunión. Me ha sorprendido ver a
gente de edad avanzada bautizándose. Y es que se adhieren a Cristo por voluntad
propia, por FE. Como colofón… una boda! Sencilla, sin grandes pomposidades.
Pero cuando se dieron el “sí, quiero”, todo el mundo aplaudió y bailó!
Doy gracias a Dios por esta
intensa Semana Santa. Tan diferente… Y es que… ¡qué afortunado soy!
FELIZ PASCUA A TODOS! Y SIEMPRE
ALEGRES EN LA FE!
Y COMO NO… GORA EUZKADI ASKATUTA! EN ESTE ABERRI EGUNA!