“La vida cristiana
no es sencilla”.
R. D.-
Vuelvo sobre un punto sobre el cual has insistido : « la vida
cristiana es complicada”. He escuchando muchas veces, por boca de musulmanes
“La vida del cristiano es sencilla: se puede beber alcohol, la misa no dura
tanto… Nosotros tenemos cinco rezos al día, el Ramadán, etc.”.
D. C.- He tenido muchas conversaciones con
padres.
Me dicen: “sí, eso es porque quieres
beber, comer cerdo… por eso te has vuelto cristiano”. Les contesto: “cada uno
defiende su religión, su causa, pero tengo que deciros que el que conoce
verdaderamente la religión cristiana, que busca a profundizar en ella,
encontrará que lo más complicado de una religión no es beber y comer cerdo,
sino cambiar el curso de su vida. Eso es lo realmente complicado. Y hay
cristianos que no comen cerdo, pero el que conoce bien la religión cristiana os
dirá que no es eso lo más importante”.
Un día, en mi aldea, donde no había aún ni
un solo cristiano, tuve conversaciones con musulmanes sobre la religión
cristiana. Me decían: “eso no es una religión! Los cristianos beben y los
musulmanes no, por eso Dios los defiende”. Les contesté “lo que acabáis de
decir, que la religión musulmana es mejor, no diré que no lo es, pero ¿acaso no
hay no bebedores que desobedecen a Dios? Jesús dijo que es lo que sale de
nuestra boca lo que ensucia al hombre, pero lo que entra al interior no
ensucia. Y Dios dijo que no veremos la Salvación solo por llamarle Señor, sino
haciendo su voluntad. Antes criticaba la religión musulmana, pero el día que
escuche esta palabra, dejé de hacerlo”.
Para mí, lo más duro es cambiar el curso. Cambiar
de vida. Hay también cristianos que dicen que la vida cristiana es sencilla,
pero no han entendido absolutamente nada. ¿Acaso nosotros, cristianos, somos conscientes
del compromiso que tomamos con nuestro Bautismo? La vida cristiana exige
siempre un combate. He hablado de amuletos, pero eso es agua pasada, pero
cuando superé aquello, tenía delante de mí otras dificultades.
R.D.- Si no es indiscreción, ¿cuáles son tus
dificultades actualmente?
“He sido tentado
de correr hacia el dinero”.
D.C.- Aunque sea indiscreto, no tengo
ningún motivo para no decírtelo. Es el problema del dinero. Pasaba mucho tiempo
en el campo, me adaptaba a la vida rural, veía que la gente corría menos hacia
el dinero. Pero cuando volví a Korhogo, he estado tentado de hacerlo, y al
mismo tiempo que sufrí esa tentación, tuve una reflexión sobre el materialismo:
“quiero tener dinero como lo tienen los demás, pero ganando dinero, ¿estaré satisfecho?”.
Antes de venir a Korhogo, hice construir
una casa que puse en alquiler y aquello me daba un poco de dinero, y ya me
preguntaba si estas casas serían útiles en mi vida. Hacía esta reflexión: “no
tengo que regalar estas casas, pero tengo que alquilarlas a un precio más
barato”. Porque un día vimos cómo destruían casas en Abidjan y la gente quedaba
sin techo bajo el cual vivir. Un sacerdote rodó una película y su conclusión
fue que el que acoge a un hermano está sirviendo a Dios. Por lo tanto, me comprometí
a poner un alquiler más asequible, pues no es el dinero el que arreglará los
problemas del hombre. Hacía esfuerzos por borrar esta idea de materialismo de
mi cabeza. No digo que no sea útil, que lo es, pero no quiero dedicar tiempo a
pensamientos como éste.
“Dios se ríe de mí cuando hago cálculos”.
R. D.- Es normal que el dinero sea una
preocupación.
D. C.- Sí, pero soy demasiado estricto,
hago mis cálculos: “¿y mi dinero, dónde entra?”. No quiero perder cinco francos
sin saber a donde han ido. Y es así cuando hago otra reflexión: “este dinero
que busco con tanta precaución, ¿es necesario en mi vida?”.
R. D.- Organizabas un presupuesto
conjuntamente con tu mujer ?
D. C.- Antes, ¡jamás! Es el pasado mes que
tomé la decisión. Antes, decía que el dinero era tan precioso y tan valioso que
hay que saber dónde entra, que hay que prever el futuro de los niños. Pero
tuve otra reflexión: “Es que solo el dinero permite prever el futuro?”. Pensé,
lo oraba, y me dije: Dios se ríe de mí cuando hago cálculos. Puede decir: “mañana morirá”.
Esta reflexión me ha empujado a buscar cómo
utilizar el dinero de una manera correcta, cómo compartirlo con la gente, con
mi mujer en especial. No es sencillo, no es una decisión tomada de la noche a
la mañana. Gracias a Dios, he tenido el valor de confiarlo todo en la oración.
Cuando una idea ronda y agota mi cabeza, rezo. No digo que gracias a la oración
se harán milagros, pero cuando estoy triste o cuando dudo, me confío a Dios y
casi siempre encuentro la respuesta. Es lo que me ha ayudado a dejar de pegar a
mi mujer, de gritar a las personas.
«Si me
vanaglorio… »
R. D.-¿Desde cuándo tienes esa
sonrisa ?
D C.- Mi sonrisa actual no es de hace
mucho. Falsas sonrisas o sonrisas de amor no son iguales. Sonreía antes, pero
no es la misma sonrisa que la de hoy. No puedo evaluar y hacer comprender los
grandes cambios que la religión ha hecho en mí. ¡Y a veces siento vergüenza! Creo que cuando digo esto, me vanaglorio,
cuando en realidad no ha venido de mí, sino que ha sido un producto de Jesús.
R. D.- No te vanaglorias. Das testimonio
de lo que Jesús ha hecho en ti.
D. C.-
Aprendí a enseñar mi salario a mi mujer. Le dije: “mira, aquí tienes. Si
necesitas cualquier cosa, lo que quieres dar a tu madre, lo que quieres hacer…
aquí tienes el dinero”. Ella me contestó:
“Ah! Pero si no soy capaz de gestionarlo! Guárdalo y te pediré a medida que vaya
necesitando », a lo que repliqué “Ahora sé que el dinero que gano, es como
si hiciéramos el mismo trabajo. Es para los dos.
Puedes aconsejarme incluso, cómo compartirlo con la familia”. Porque trabajé
cinco años sin pensar en mis padres. Solo quería construir, quería que mi vida
fuera para mí. Después, sentí que haciendo eso, no podía garantizar mi vida.
Garantizarla solo vendría compartiendo. Incluso se dice tradicionalmente, pero
no hay valor de hacerlo sin Fe.
En este momento, me quejo de mí mismo y
envidio a las personas de Fe. Y quiero decirte algo muy importante: hay que
tener en cuenta cómo hemos sido ayudados para abonar la Fe, porque la Fe exige
un trabajo. He visto vivir a un sacerdote: viendo su ejemplo, no acertaba yo a
resistir delante de un enfermo que sufría, sn buscar un medio con el cual
salvarlo. Viendo a este sacerdote, me comprometí con la JAC (Juventud Agrícola
Cristiana).
“He caído en la tentación de juzgar a los
demás”.
Cuando fui bautizado, empecé a tomar
conciencia del cambio que se requiere para seguir a Jesús, pero al mismo tiempo
caí en la tentación de juzgar a los demás. Los juzgaba erróneamente, olvidando
a menudo lo que me tocaba hacer por mi parte.
R. D.- ¿Has encontrado no-cristianos que
te han ayudado?
D. C.- Hay personas que me han ayudado a
juzgar menos. Hablaba mal de la religión musulmana, sobre todo de sus
costumbres. Decía que costumbres como el Poro (conjunto de ceremonias iniciáticas
que hacen pasar al joven Senufo de la infancia a la edad adulta) solo servían
para hacer el mal y crear miedo, o que la religión musulmana era excesivamente
humana. Los musulmanes viven mal, envenenan… Pero un día (no de repente, sino
que fue otro proceso), me pregunté: “acaso soy digno de juzgar? Acaso soy
perfecto? No… He escuchado que Dios ama a los pecadores, por lo que no me
corresponde juzgar a estas personas, pues yo también soy pecador. Y veo
personas que no son cristianas que hacen la voluntad de Dios”.
Un ejemplo: coincidí con un joven musulmán baoulé en Bouaké, durante unas prácticas de trabajo. A las 5 de la mañana, se
levantaba y rezaba. Cuando terminaba de rezar, esperaba a que los demás
salieran para poder ducharse y hacía sus camas. Cuando ve unas sábanas sucias
de un compañero, lo retira sin decir nada y se va a limpiarlo inmediatamente. Más
tarde, me dijo: “perdóname, he visto que tenías las sábanas sucias y las he
limpiado”. Era más fuerte e inteligente que los demás, pero al hablar con un
amigo, se hace pequeño, respeta a los demás. Si la habitación está sucia, la
barre. En el comedor, es el último que empieza a comer: decía que si alguien
viene con retraso y que no tiene plato, “le daré el mío”.
¡Qué lección más maravillosa! Yo, que soy
cristiano, ¿HAGO LA VOLUNTAD DE DIOS? Dios actúa en los musulmanes y en todos
los demás: se sirve de ellos para convertirnos. A día de hoy, me esfuerzo en
juzgar menos y en condenar menos.
- FIN -
"No soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20).
Está todo dicho y muy claro:Dios actúa en todos y cada uno de los seres humanos, sin distinciones. Entonces¿ quienes somos para juzgar las actitudes y creencias de otros?. Vivamos bajo el influjo y guía del Espíritu Divino, siguiendo el ejemplo de Jesús y todo lo demas se nos daré por añadidura.
ResponderEliminarFabuloso reportaje, Lander. Muxu haundi bat.
Loly.
Istorio polita!
ResponderEliminarGauza askori bueltak emateko mundiala!
Ondorio sakonena edota orokorrena atera dudana: garrantzitsuena errespetua, enpatia dira eta azken finean erlijio batean edota bestean mundu hontako bizidun guztia pekataria da.
Muxu handi bat
De verdad muy interesante... para reflexionar...
ResponderEliminarEskerrik asko Lander!!!
Besarkada haundi bat!!! Bixen.