Amaneció sobre Costa de Marfil, como todos los días, aunque este día amaneció un poco nublado. Este día íbamos a dedicarlo a visitar otra zona de Abidjan, pero mientras desayunábamos en comunidad junto con los Betherramitas de Youpougon, Alphonse, muy dado a cambios de planes sin avisar, me dice que iremos a Audouin. Ni me sonaba... ¿Qué sería aquello? ¿Está cerca, lejos? ¿A hacer que? Con esas preguntas salimos de la comunidad que me acogió, y en la entrada mismo nos espera un chico algo más joven que yo. Se llamaba Lin Joseph y pasó un año en casa de Alphonse en Korhogo, por motivo de estudios. Un chico reservado pero próximo. Subimos al coche y sigo las indicaciones que me dan, porque lógicamente, no hay ni una sola señal de tráfico.
A pocos kilómetros de la comunidad, abandonamos el asfalto y seguimos la pista, atravesando algunos pueblos y aldeas. Y llegamos a un minibosque de cocoteros al borde de una gran laguna, pues como ya sabéis, Abidjan está enclavado en la región llamada Les Lagunes.
Me dicen que tenemos que esperar. Esperamos. Al rato la gente empieza a aparecer, como en manada. Me dicen que es gente que va a Audouin. ¿A Audouin? Pero... no entendía nada. Veo que se acerca una barca. La gente empieza a subir, y nosotros hacemos lo mismo. Subimos a la barca y empiezo a intuir a dónde vamos. Audouin debe ser una isla. Esperamos un poco en el barco, mientras unas personas cruzaban la laguna en piraguas de madera. Un cura monta también, con su sotana blanca, es un betherramita. Y la barca suelta amarras y empezamos a cruzar la laguna.
Una veintena de minutos mientras nos dirigíamos a la otra orilla. La isla de Audouin nos recibía con una fina lluvia. Muchas piraguas de madera sobre la arena, la arena próxima al agua, pues todo el pueblo es de arena.
A paso acelerado por la lluvia, nos dirigimos entre las callejuelas hasta llegar a la iglesia. Allí celebramos la Eucaristía en buen ambiente, con alegría, aunque todos me miraban. Parece ser que es una de las pocas vececs que una persona blanca ha pisado Audouin, pues era el centro de todas las miradas. Al final de la misma, el sacerdote betherramita nos presenta, nos pide unas palabras. Agradecemos a todo el mundo por la acogida y nos presentamos. Al decir que vengo de la tierra de Mikel Garikoitz, fundador de los Betherramitas, y que me bauticé, hice la primera comunión y me confirmé en una parroquia betherramita, toda la asamblea se puso en pie y nos aplaudió. A la salida, algunos vinieron a estrecharme las manos con una sonrisa.
Uno de los asistentes, amigo de Alphonse y que vivió durante muchos años en Korhogo, nos invitó a su casa, a tomar algo. Allí fuimos, bajo la incesante lluvia fina. Nos recibe la mujer, una señora muy simpática y manda a un pequeño a comprar unos refrescos. Charlamos durante más de una hora. Una charla amena, agradable y sobre muchas anécdotas. La lluvia había parado. Damos un pequeño paseo por Audouin antes de embarcar y volver.
Como veis, fue una mañana agradable en un entorno que si no era el paraíso, se parecía a él. Y tras estos buenos momentos, nada mejor que comer algo en un puesto ambulante del barrio Adjamé: pescado y patatas para compartir.
Aupa Lander!!!
ResponderEliminarQue bonito ver lugares tan especiales... con gente tan sencilla que transmite felicidad... Me gusta como lo explicas...
Besarkada haundi bat!!! Bixen.
Kaixo Lander!
ResponderEliminarZe toki polita! Toki lasaia eta zeinen jarrera goxoa egin zizuten!
Muxu handi eta goxo bat
Con las fotos tan bonitas que no mandas y los comentarios tan bien escritos, si cerramos los ojos nos transportamos hasta ahí, me alegro de todas estas bonitas experiencias tan enriquecedoras para ti y al mismo tiempo paro nosotros.Un besote grande tu vecina Ana
ResponderEliminar