24 y 25 de agosto de 2013.
Este fin de semana ha sido una verdadera gozada, intenso y provocando sentimientos encontrados. En cada parroquia de Korhogo existen dos corales, la francófona y la senufa, y todas las corales senufas se aglutinan en un gran grupo llamado "Maîtrise Saint Michel", que organizó una peregrinación a la capital política de Côte d'Ivoire, Yamoussoukro. Me dieron la oportunidad de unirme al grupo, capitaneado por Ramón, y no dudé: sería una gran experiencia.
Tras acudir a misa de 6.30 y desayunar con Ramón en la casa parroquial de Téguéré, montamos en el coche, repostamos y nos pusimos a la cabeza del convoy de 13 minibuses con 250 personas para avisar a los gendarmes en los corridores que hay en las entradas y salidas de cada ciudad. Unas tres horas y media de carretera, en el cual hablamos de mil y un asuntos y nos encontramos con situaciones totalmente africanas, como la siguiente.
Pasado el mediodía, llegamos al colegio del barrio CEDEAO de Yamoussoukro, un barrio llamado así (la CEDEAO es la Comunidad Económica de Desarrollo de África Occidental) ya que la mayoría de sus habitantes son personas de otras etnias del país y de países como Burkina Faso, Bénin, Togo, Mali, etc. Allí nos esperaban los anfitriones, los Senufos que viven en Yamoussoukro, visiblemente emocionados. Tras ofrecernos un vaso de agua, acompañado del Fotamana (bienvenidos!), nos hacen sentarnos en un corro para las primeras palabras de acogida y pedir las noticias (una manera de preguntar qué tal va todo).
Se bendice la comida, compuesta básicamente de arroz y cerdo, y nos dirigimos a visitar la basílica Nuestra Señora de la Paz. Al llegar, presididos por la Cruz, entramos a la basílica Nuestra Señora de la Paz, donde nos recibe el decano de la misma, un sacerdote polaco. Comienza la visita de algo más de una hora.
La basílica de Yamoussoukro, erigida para honrar a Dios y celebrar la Paz y el Amor en Costa de Marfil (cuanto menos contradictorio en un país que ha sufrido la guerra y la represión durante la última década), es el mayor edificio católico del mundo, mayor incluso que la de San Pedro, en Roma, el cual se convirtió en su modelo sin la intención de copiarla exactamente. Pero no me voy a extender sobre esto, pues existe ya un vídeo explicativo:
Una visita que no deja a nadie indiferente, pero pude apreciar que se trata de un motivo de orgullo para los africanos.
Tras la visita, Ramón y yo nos dirigimos al edificio de piedra que se encuentra tras la basílica para dejar su maleta. Allí Ramón dice que soy misionero laico y su ayudante, a lo que el decano ordena preparar una habitación para que pase la noche, de manera gratuita. Totalmente inesperado, pues las 250 personas dormirían en el colegio, sobre alfombras y colchonetas, en ambiente de fiesta. Impresionado... una habitación y un edificio de lujo! Me sentía mal... Sé que no dormiría en el colegio, pensaba alojarme en algún hotelito de la ciudad, pero...
La mañana del domingo amanece soleado y sin excesivo calor, y tras una ducha con agua caliente (¡qué gustazo!) y desayunar junto con los demás curas, decido dar un paseo por la zona, disfrutando de las vistas, de los contrastes, reflexionando... Una hora de silencio mientras paseaba.
Y los minibuses fueron llegando, las 250 personas vestidas con la tela del grupo y con caras de sueño (se pasaron toda la noche cantando y bailando a ritmo de balafón). Se fueron instalando en el interior de la basílica y se celebró la Eucaristía, presidida por Ramón, no sin antes rezarle a la Vírgen un rosario por la paz y la reconciliación, que tanto necesita este país.
Me impresionó cómo retumbaban los balafones y las palmas, elevándose al cielo. El Pueblo Senufo, tantas veces pisoteado, ignorado... ahí se encontraba, en el mayor de los edificios de África. Dignidad... respiré dignidad, orgullo y voluntad de reconciliación. Un mensaje, sin palabras, totalmente evangélico. Un Senufo me decía lo orgulloso que está del cristianismo, sobre todo del catolicismo, pues es la única religión que acepta la presencia de su cultura en los ritos. Pasado, presente y futuro. Tierra sagrada para los Senufo, cielo sagrado, y en medio, la Humanidad, tan necesaria de valores evangélicos como el respeto, la empatía, la paz, el amor, la justicia...
Tras comer y despedirnos de quienes nos recibieron, volvimos al "campamento base", al colegio donde los Senufos terminaban de comer y montaban a los minibuses. No volví con Ramón, pues tenía que ir a Abidjan. Un largo viaje, en el que uno de los buses tuvo una avería, una decena de paradas para que las más mayores se liberaran, y alguna que otra parada más para beber y comprar algo de comida. A la salida de Yamoussoukro, una gran cantidad de vendedores de plátanos, producto de la zona y no muy caro si lo comparamos con su precio en Korhogo. Decenas de racimos de plátanos nos acompañaron durante toda la ruta. Y todo ello, en un inmejorable ambiente, cantando...
Y con esto finalizó un fin de semana intenso, disfrutando de los descubrimientos y sobre todo de la compañía. Sentimientos encontrados constantemente. Sorprende ver semejante obra de arte rodeada de campos, cerca de la ciudad donde el paisaje humano es típicamente africano, con sus vendedores ambulantes, etc. La primera reacción es de sorpresa, seguida de enfado. ¿Cómo puede existir esto aquí y ahora? Durante su construcción, hubo muchísimas quejas. Normal. El propio Ramón estaba totalmente opuesto, debido a la gran inversión (no solo de Costa de Marfil, sino también del Vaticano) mientras la pobreza se encuentra a menos de un kilómetro. Pero una vez construido, y tras dos décadas de existencia, la basílica Nuestra Señora de la Paz es motivo de orgullo para los marfileños, como una seña de identidad. Y cómo no, una atracción turística potencial que se ha visto empañada por los sucesos políticos de la última década. Si el país avanza hacia una mayor seguridad y estabilidad, como ya ha empezado a hacerlo, sin duda será un foco turístico que permitirá que muchos extranjeros vengan, se alojen en hoteles y dejen sus francos CFA. Por de pronto, vimos algunos autobuses extranjeros. Buena señal. Una basílica que, acompañada por un hospital infantil aún en construcción, se erige por la paz y la reconciliación.