miércoles, 5 de marzo de 2014

LA ANUNCIATA IKASTETXEAN

El título del blog podría parecer desfasado, pues desde diciembre me encuentro ya en mi tierra, en Euskadi. Sin embargo, África tiene un poder inmenso, un poder místico, un empuje... 

El viernes 21 de febrero acudí al centro escolar La Anunciata de Donostia-Pasaia invitado por mi vecino Juan Carlos, que es docente del mismo. 

Me acompañó mi amiga y hermana Loly, que tan gentilmente me ayudó a pasar las diapositivas y vídeos. (Eskerrik asko Loly, foquééna!). Una presentación, una exposición que sigue el esquema del que será mi libro de misión y que avanza satisfactoriamente.

Al empezar las dos charlas, expliqué que como agradecimiento al pueblo que me acogió, me vestiría con un traje típico de la zona: el Bubú. Con ello, no quise simplemente agradecer al Pueblo Senufo, sino reafirmar su dignidad, su identidad, su ser. 

La primera charla reagrupó a escolares de edad comprendida entre los 10 y los 14 años. Algunos de ellos, al ver ciertas fotos y tomar conciencia de la realidad en Korhogo, rompieron a llorar de angustia. Para mi sorpresa, el conjunto siguió atentamente mis descripciones. Y lo que más les gustó fue el vídeo del Boloï, o baile de la pantera.

Acto seguido, la gran sala se llenó de adolescentes de entre 14 y 18 años. Durante la hora y media, todos se mostraban interesados. Al abrir la ronda de preguntas, fueron varias las preguntas: sobre las bodas, la importancia de los funerales y el por qué, el agua y las enfermedades, etc.

En resumen, un bonito encuentro encuadrado en la Semana Solidaria que celebra el centro anualmente y que recordó las desigualdades mundiales en lo socioeconómico, pero también en cuanto a sentido de esperanza, esa esperanza que nace desde Jesús.





viernes, 14 de febrero de 2014

MISIONES DIOCESANAS DE DONOSTIA-SAN SEBASTIAN


CARTA DE LANDER UGARTEMENDIA


Kaixo, creemos que nada es mejor que oír de la propia voz de los misioneros la realidad de nuestras misiones, por eso desde aquí nos queremos hacer eco de su voz, y queremos que nos cuenten ellos directamente sus experiencias, su día a día. Aquí os dejo la carta de Lander Ugartemendia.
Eskerrik asko Lander.

ZIE SORO, EL SENUFO DE IRUN.

“Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24).

Ya desde Irun, me dirijo a todos vosotros, hermanos y hermanas, para mandaros un cálido abrazo y relataros brevemente mi experiencia de misión en Korhogo, al norte de Costa de Marfil, durante prácticamente todo el año 2013.

Nire bihotzean txikitatik sortu zen misiolari izateko bokazioa. Kristau oro da misiolari, Jesusek eskatu bezala, bakoitza bere gizartean, bere herrian, bere etxean. 2008. urtean, Donostiako Caritasi esker, Chiapasera bidaiatu nuen indijenekin garatzen zen proiektu batean parte hartzera. Urtebete beranduago, 2009. urtean, Hijas de la Cruz kongregazioarekin Burkina Fason antolatutako lan-erretiro batean parte hartzeko aukera izan nuen. Bi esperientzi hauek, sakonak bezain motzak, zeharo inprimatuta geratu ziren nire ariman. Jesusen heriotza eta berpizundea munduko txiroenekin bizitzeko erabakia hartu nuen.

Así pues, me pongo a disposición de la Congregación Hijas de la Cruz, en cuya familia y Carisma participo. Tras analizar varios posibles espacios de misión, la Congregación estima que allí donde puedo ser “más útil” es en Korhogo, una ciudad al norte de Costa de Marfil, en el corazón de la etnia de los Senufo.

Costa de Marfil, en África Occidental, se encuentra en proceso de reconstrucción y reconciliación nacional, un país que ha sufrido una cruenta guerra civil desde 2002 hasta 2011. En el Norte, humillado y abandonado institucionalmente desde la independencia en 1960, carecía de lo más básico: agua, electricidad, asfalto, etc. El pasado es desolador, el presente laborioso y el futuro esperanzador. Ya lo dijo Jesús: “todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille será ensalzado.” (Lc 14, 11).



El día que llegué a Korhogo conocí a mi familia, los Soro, con los cuales he vivido y convivido en su humilde casa del barrio Sinistré, me atribuyeron una nueva identidad. “Desde hoy eres miembro de nuestra familia, por lo cual te apellidarás Soro, y como serás senufo, hemos pensado para ti el siguiente nombre: Zié” me dijo Alphonse, el padre de familia. “¿Y tiene significado?” pregunté. Y me contestó “Sí, significa el primero de entre los hijos”, dejándome sin palabras, emocionado. Y lanzo la siguiente pregunta: ¿somos capaces en Occidente, en el mundo desarrollado, de compartir casa, espacio y realidad, de acoger a un extranjero sin conocerlo y con un color de piel diferente? ¡Qué verdad es que los pobres nos evangelizan!




Alphonse eta Edithek seme txiki bat zuten, Junior, bi urtekoa. Ume hau Jainkoak eginiko oparirik ederrena izan da niretzat: inoiz eduki ez dudan anai txikia (seme bakarra naiz), oraingoz ez dudan seme txikia… Baita familian ere misiolari izan naiz: harreman-sistema ezberdina da Europakoarekin konparatuz, gizonezkoak ez du emaztea ondo tratatu behar, seme-alabei kasurik ez… Alphonse, katoliko bezala, berehala konturatu zen, gure elkarrizketei esker, senideak dignitatez tratatu behar zituela. Familian misiolari izatea elkarrekin bide egitea da, eskutik hartuta. Elkarrekin bidea eginez.

Las Hijas de la Cruz gestionan tres obras principales en Korhogo: un colegio de secundaria, un centro de acogida para personas con enfermedades psíquicas llamado Saint Camille (el único en toda la zona norte) y otro centro para personas con discapacidades física, cognitiva y sensoriales Don Orione (también único en el norte del país). En este último centro he desarrollado parte de mi misión, trabajando con los niños y niñas con autismo, enfermedades cerebrales, con capacidades reducidas consecuencia de un neuropaludismo, con sordomudos, etc.

Esta población está en constante riesgo y vive en el límite entre la vida y la muerte. Por un lado, las arraigadas creencias tradicionales provocan que sean considerados reencarnaciones de serpiente (del mal), y en varias ocasiones hemos acogido a niños, con las madres, que huían de las perdidas aldeas de la savana pues los querían matar. Sí, una cruel realidad que he aprendido a no juzgar. Por otro lado, estos niños suponen una gran carga para las pobres familias africanas: los niños son futura mano de obra que permitirán traer unas monedas en el futuro. Entre ocho o diez niños por matrimonio, estos niños sufren la exclusión en las familias, ya que nunca podrán traer esas monedas que permiten comprar algo de arroz para cada día. Desolador, pero he aprendido a no juzgar, ya que, salvando las distancias, en Occidente también eliminamos una vida aún sin ver la luz por tener una discapacidad. Las diferencias no son tantas.

Don Orione zentruko lana ugaria da. Iritsi nintzenean, autistak, sordomudoak… denak zeuden nahastuak. Taldeak sortzea proposatu nien arduradunei zein lankideei. Begionez ikusi eta gero, ezindu talde hoiekin terapia edo sesio zehatzak, helburu zehatzekin.

De esta manera, con grupos de diferentes discapacidades, emprendimos un trabajo más estructurado, más adecuado a las necesidades y realidad del niño o niña, etc. También era importante hacer un seguimiento de casa caso, por lo que el equipo de trabajadores decidió hacer una reunión mensual y hacer un pequeño dossier cada seis meses. Así comenzó a hacerse.



Existía también en el centro una chica francesa cooperante. He podido descubrir la gran diferencia entre ser cooperante y misionero. Ser misionero supone colaborar y mejorar dificultades tras haberse rebajado, no desde una superioridad intelectual, académica o de capacidades. Rebajarse para hacer camino juntos, de manera humilde, y salir de las dificultades también tomados de la mano.

Azkenik, misiolari izatea harrera egiten dizun gizartean parte hartzea da baita ere. Hango kultura ezagutzeko aukera ezinobea eduki det, herrixketan hiletetan parte hartu dut, esate baterako. Bertakoek begiak zabaltzen zituzten, harrituak, txuri bat beraien herrixkan ikusterakoan, are gehiago beraien dantzetan eta erritoetan parte hartzen.

Insertado en la cultura local, he sido uno más entre ellos. No se me olvidarán las caras de alegría de tantas “viejas” cuando las saludaba en su idioma, el senufo. Su manera de apretarme las manos era suave y cariñosa, a pesar de la aspereza de las mismas.



Como veis, la experiencia no ha estado exenta de dificultades, pero prima ante todo lo positivo de este humilde pueblo africano, desconocido, que atribuye al extranjero el título de rey. Nunca me cansaré de dar gracias a Dios por esta maravillosa experiencia de vida que me ha regalado. ¡Qué grande es Él! Renunciar para ganar. Por ello, a Dios, que está en los corazones de cada Senufo, le digo, les digo: Foquééna! Eskerrik asko!

Lander Ugartemendia Mujika – Zié Soro.

sábado, 25 de enero de 2014

FAKTORIA - EUSKADI IRRATIA

Hona hemen Euskadi Irratiko FAKTORIA programan egin zidaten elkarrizketa, 2013ko abenduaren 18an.

He aquí la entrevista que me hicieron en el programa FAKTORIA de Euskadi Irratia el 18 de diciembre de 2013.

Voici l'entreview que l'émission FAKTORIA de la radio publique basque -en euskara, langue basque- m'a fait le 18 décembre 2013.

Les Sénoufos... de plus en plus connus dans notre petit coin d'Europe. FOQUÉÉNA!


Zié Soro, el senoufo de Irun

Zié Soro, el senoufo de Irun

EL JOVEN MISIONERO LANDER UGARTEMENDIA ESTÁ DE VUELTA TRAS DIEZ MESES EN COSTA DE MARFIL
IRUN, XABIER SAGARZAZU - Martes, 10 de Diciembre de 2013 - Actualizado a las 06:08h
El misionero irundarra Lander Ugartemendia, en una imagen captada durante su estancia en Korhogo, al norte de Costa de Marfil.
El misionero irundarra Lander Ugartemendia, en una imagen captada durante su estancia en Korhogo, al norte de Costa de Marfil. (Foto: n.g.)

"ME fui a África llevando a Dios y su mensaje en mi cabeza, en mi consciencia. He vuelto de allí llevándolo y sintiendo su presencia en el corazón". Así resume Lander Ugartemendia, joven irunés de 28 años, su experiencia de diez meses y medio como misionero en Korhogo, al norte de Costa de Marfil.
Este joven, educador social de profesión, se tomó un respiro en su trabajo y en su vida cotidiana para hacer "lo que siempre había querido hacer". En enero partió para Korhogo, donde ha trabajado como misionero en un centro de discapacitados físicos, sensoriales y cognitivos.
Acostumbrado a trabajar con niños y jóvenes, cuenta Ugartemendia que llegar allí y ver la realidad que viven estas personas fue de "un impacto fuerte, casi brutal".
"En la conciencia local del pueblo senoufo, que es la etnia principal en la zona donde estuve, los niños con discapacidad son vistos como reencarnaciones de serpiente. Si a esto le sumamos que se trata de familias en su mayoría campesinas y muy pobres, los discapacitados son los últimos en esa sociedad, ya que ni siquiera pueden contribuir con su trabajo para que la familia pueda comer", relata el joven misionero.
Lander Ugartemendia señala que "todo esto hay que situarlo en el contexto del lugar para, a partir de ahí, trabajar para que estos niños puedan tener una dignidad, una educación y en la medida de lo posible, las terapias para paliar sus problemas". Es ahí donde este joven irunés ha colaborado durante estos diez meses, viviendo y conviviendo con el pueblo senoufo, un pueblo "acogedor, generoso y lleno de contrastes".
"Son gente que teniendo poco o nada, lo dan todo por otros. Y más aún se vuelcan si eres blanco. Dice un dicho de allí que para los senoufos, el extranjero es el rey. Y casi me han hecho sentir así, tanto la familia con la que conviví, los Soro (marido, mujer, e hijo de tres años, además de dos niños protegidos) como el resto de gente con la que he tratado. Nada más llegar, me pusieron un nombre, Zié, que significa el primero de entre los hijos en la lengua local, y su apellido, Soro.
LA IMPORTANCIA DE LA FE
Misioneros y cooperantes
Para este joven, lo vivido en Costa de Marfil ha sido "mucho más que una experiencia de cooperación", ya que tiene profundas convicciones católicas y para él "ser misionero es mucho más que ser cooperante, porque no te limitas a hacer un trabajo, sino que te vuelcas y te implicas con la comunidad local".
En estos diez meses, este misionero ha ido reflejando todas sus vivencias en un blog, titulado Korhogotik (korhogotik.blogspot.com.es), que ha acumulado "más de 16.000 visitas y cientos y cientos de comentarios de la gente", que a Ugartemendia le han servido de "inspiración y apoyo".
Ugartemendia vivió allí con alegría la llegada del Papa Francisco, quien "con todo lo que ha dicho y hecho en estos meses, le ha dado aún más sentido" a su vivencia.
Ahora, ya de vuelta en casa desde hace diez días, este joven se dispone a hacer "algo más. Quiero dar charlas sobre mi vivencia, ayudar a desarrollar proyectos de cooperación en la zona y estoy dando vueltas a la idea de escribir un libro... Me gustaría contar quiénes son los senoufos, un gran pueblo que estará, para siempre, en mi corazón, como Irun y Euskadi han quedado, y así me lo han dicho ellos, en el suyo", señala Lander Ugartemendia.
Porque él será, concluye, "para toda la vida, Zié Soro, el senoufo de Irun".

martes, 3 de diciembre de 2013

KORHOGOTIK EUSKADIRA

No han pasado ni 48 horas desde que aterricé en el aeropuerto de Loiu-Bilbao, pero siento que he de escribir unas pequeñas líneas. Así que, adelante. 

El viernes 29 de noviembre, el despertador sonó muy temprano, a las 5.15 horas de la mañana. Las maletas ya estaban prácticamente cerradas, y mi humilde habitación africana casi vacía. Se acercaba un momento que me preocupaba, pero con la misma mezcla de sentimientos que cuando hice el viaje de ida. Como cada mañana, mi madre y, a la vez, hermana Edith calienta a base de carbón algo de agua, con el cual puedo ducharme. Tras ducharme y vestirme, un café y un pan con un huevo me esperan en la mesa de la sala. Todo el mundo está despierto, todos han madrugado, para poder despedirme. Pasadas las 6.00 horas, llega la Partener con Sékou al volante, Giovanna, la responsable de las Hijas de la Cruz que me acompañaba hasta Abidjan, y Batango, el protesista que había trabajado unos días en el centro. Llegó el momento. Me piden una foto de despedida:


Tras cargar las maletas, abrazo a Edith y le agradezco absolutamente por todo. Para mí ha sido, y le pido disculpas por la comparación ya que ella es protestante-batista, como María: silenciosa, siempre dispuesta a la escucha, y servicial. Aguanto las lágrimas. Abrazo a Alphonse, chocando tres veces nuestras sienes, y también tengo palabras de agradecimiento para él. Las lágrimas siguen reprimidas. Doy un beso a Tiéwa, le digo que sea buena y que estudie mucho, consejos que también doy a Jean Marie. Y era el turno de mi pequeño Junior. Lo cojo en brazos, lo miro a los ojos y no puedo sacar la voz. Mis ojos rompen a llorar mientras le doy besos y abrazos. No puedo decir nada, en mi corazón solo retumban dos palabras "Gracias, os quiero". Pero esas bellas palabras no logran salir. Junior, que hasta ese momento no entendía nada, rompe a llorar y a gritar. En la calle, muchos vecinos, sobre todo niños ya en color caqui para ir al colegio, veían desde la retaguardia nuestra despedida. Emoción, mucha emoción. Con mi familia africana he reído, he sufrido, he disfrutado, he convivido. Hemos compartido nuestras vidas. Jamás, y digo bien JAMÁS, alcanzaré a expresar todo el agradecimiento que guardo en mi corazón. Y llorando, como si fuera un niño pequeño, salimos del Barrio Sinistré, cruzando las calles llenas de agujeros, arena y piedras. Al llegar al asfalto aún sigo llorando. Desgarro, eso es lo que sentía en mi interior. Una vez más, muerte y resurrección. 

El viaje a Abidjan se desarrolla sin incidentes, con la carretera bastante mejor que en enero, debido al programa gubernamental de reparación de las arterias principales del país. Primero nos paramos en Katiola, donde Danièle y Marie, ambas Hijas de la Cruz en Boniéré, nos esperan para despedirme. Aprovecho para tomarme un café, el viaje es largo. Paramos al mediodía en Yamoussoukro, capital política de Costa de Marfil. Desde sus anchas calles veo la imponente basílica Notre Dame de la Paix. Eso es exactamente lo que deseo a este país: paz y prosperidad. 

Y al atardecer, llegamos al corridor de Abidjan, donde me despido de Giovanna, Sékou y Batango. Allí me espera Ramón, el que fue mi párroco en Korhogo hasta dos meses antes. Volver a verle me llena de ilusión. Nos dirijimos hacia la casa provincial de los SMA, su congregación (Sociedad de Misiones Africanas), donde saludo al responsable. Me enseñan la habitación donde dormiré, y al rato salimos. Primero había que reparar el neumático, que tenía alguna fuga. Después nos dirijimos a otro barrio, creo que a Youpougon. Allí compartimos un gran pescado, llamado Saint Pierre, con unas patatas fritas y una cerveza. Un momento idóneo para compartir e intercambiar impresiones, deseos y buenos sentimientos. No deja que pague nada, me invita. Él es el anfitrión. Y tras recorrer varias calles, con su caótica circulación, volvemos a casa a descansar.



A la mañana siguiente, Ramón tenía que oficiar un funeral en la que fue su parroquia durante varios años: Sainte Bernadette. Y tras la misa, me enseñaron la parte de atrás, donde hay locales, una escuela o guardería, un taller de costura... Todo ello construido gracias a Ramón. Me enseña, no sin orgullo y emoción, que el edificio se llamaba "Bâtiment Zaragoza". Querían poner su nombre, pero él dijo que no, que si querían podían poner el nombre de su ciudad. Subimos las escaleras (un año sin subir casi escaleras!) y en la entrada de la sala de costura, pone "salle Ramón Bernad". La gente se acerca en todo momento para saludarlo, hacerle preguntas, sobre todo si volverá a esa parroquia.





Tras la visita parroquial, vamos a donde la tía de otro cura SMA que ha venido con nosotros, que estaba enferma. Le damos bendiciones, charlamos un rato, y la mujer, al igual que su marido, quedan más que agradecidos. Ellos son musulmanes. Pero el amor y la fraternidad están aún más por encima de las adscripciones religiosas. Amor y fraternidad... sinónimos del mismo Dios. Después invito a Ramón e Ysmael a tomar algo. Me llevan a un centro comercial. Otro mundo... me siento casi en Occidente. No toda África es Korhogo. Se nota que estamos en la metrópoli: muchos coches, más desarrollo, bastantes blancos... Blancos, me llamaban la atención. Y tras el refresco, volvemos a casa para compartir en comunidad la sencilla comida. A la tarde, tras cargar las maletas en el coche, me enseñan la zona Port-Boüet de Abidjan. Vemos el mar. El salitre que entra por mi nariz me vuelve a acercar un poco más a mi tierra natal. Cenamos en un maqui al aire libre cuando el sol africano se había escondido. ¿Cuándo volveré a ver el sol africano? Era la pregunta que me hacía. Y tras comer el pollo a la brasa, me llevan al aeropuerto, donde tras una sencilla despedida, me adentro por la ruta de controles, pasaportes y cartas de embarque.


El avión despega algo más tarde de lo previsto. Una vez dentro y cruzando el cielo, la azafata me ofrece una copita de champán. Como un muelle, respondo: "sí, por favor. Me lo merezco". Sinceramente, creo que me lo merecía. Y nada mejor que brindar con mi soledad una experiencia que me acompañará toda la vida. También fue un brindis por toda mi gente de Korhogo. Después me esperaban 12 horas de espera en París, las cuales pasé paseando por las terminales, leyendo, tomándome un refresco... otro mundo. Parece mentira que este mundo esté compuesto por universos tan diferentes. 

Y al llegar a Bilbao, me sentía contento y sereno, por pisar esta tierra que para mí también es sagrada: la tierra vasca. Las maletas tardaron en aparición, tanto que incluso pensé que una de las maletas se había quedado en París. Fue la última... y cuanto la cogí, me dirigí a la puerta de salida. Allí me recibía Izaskun, que me dio un abrazo y cogió las maletas... y la ama viene corriendo. Me abraza y rompe a llorar. Yo, no sé cómo, sonreía pero no lloraba. Me sentía lleno y feliz. Y mientras nos abrazábamos, oigo una música conocida: el Agurra, con trikitixa. Levanto la cabeza y veo un montón de personas a las que quiero... Las chicas me bailan el Agurra (el baile vasco de recibimiento y honor). La ama sigue llorando, emocionada. Un montón de personas me esperaban allí, con ganas de abrazarme, con un cartel "Ongi etorri Lander!". Estaba emocionado, pero desde la serenidad. Leire me comenta que hay algo en mis ojos, otra mirada, como de paz y tranquilidad... No lo sé. Solo sé que me emocioné sin llorar, que noté algo muy muy pesado pero bello. Se llama amistad y cariño. Tras abrazar a todos, me dan un cuadro con unos bertsos que Xabier Euzkitze ha escrito para mí. (Eskerrik asko Xabier!) Unas palabras cargadas de buenos sentimientos que hacen que la ama no pueda cantar, aunque yo sí, canté, orgulloso de ser lo que soy, desde mi pequeñez y sencillez. Y tras esto, nos dicen que podemos empezar a comer lo que había en una mesita de camping en mitad del aeropuerto: tortilla de patatas, jamón, chorizo, queso, bizcocho... todo riquísimo, aunque miedo me daba, no vaya a ser que cogiera todos los kilos que había dejado en el camino. En ese momento distendido, me dicen que alguien ha preguntado si recibían a alguien de ETA. Me hace gracia, aunque pienso "yo he podido llevar el buen nombre del Pueblo Vasco al fondo de África". Y también me comentan que el autobús nos espera. ¿Qué autobús?, pregunto. Han alquilado un autobús y han venido todos juntos. Impresionante!!




Y con este maravilloso recibimiento, he sentido el frío y el calor de mi tierra, de mi gente. Aunque siempre consciente de que una parte de mí ha quedado en Korhogo. Nada volverá a ser igual. Lo noto, y lo notan. Muerte y resurrección, siempre de la mano. 

Tantas y tantas cosas por las que alabar a Dios. Por eso no me sale otra frase que "Gloria a Dios en el cielo, y Paz a los hombres de buena voluntad"

Este blog no muere. Seguirá su camino. El camino que el Dios de la Vida me señale. 

 Abrazos y bendiciones.

jueves, 28 de noviembre de 2013

WAPIE

Korhogo, Jueves 18 de noviembre de 2013.

No sé bien cómo empezar este artículo. Probablemente sea el más complicado. Ha llegado la hora. Sí, en pocas horas, y con las maletas cerradas casi a presión, me alejaré de Korhogo.

Son momentos duros. No sé si llegaré a encontrar las palabras exactas. Y es que la tristeza me invade de tal manera que las lágrimas no dejan de salir. 

Tantas y tantas cosas... en Korhogo he descubierto VIDA. "Yo he venido para que tengan vida, y vida en abundancia" (Juan 10, 10). Héme aquí de nuevo haciendo renuncias. Pero en la renuncia está la vida, en la muerte está la resurrección. 

La Fe mueve montañas. ¡Vaya si las mueve! Mi Fe ha pasado, como decía mi buen hermano Javier, de ser "una Fe de cabeza" a "una Fe de corazón y alma". Efectivamente... he podido llegar hasta aquí única y exclusivamente por el gran amor de Dios que he sentido en todo este camino, en los buenos momentos Dios ha estado ahí, y en los malos momentos, también. Tanto que agradecerle... No puedo más que alabarle.

Las maletas están a mi lado, casi a reventar. Pero no es lo único que me llevo. No. Llevo conmigo miles de anécdotas, experiencias, sentimientos... Y por suerte que no ocupan espacio, pues necesitaría las maletas de todo el mundo. Me llevo una familia, me llevo una tierra, me llevo, sobre todo, todo un pueblo, el Pueblo Senufo, inscrito a vida en mi corazón. Aquí dicen que cuando perteneces al grupo, sobran las gracias. Así que no voy a agradecerles, ya que me siento parte de ellos. 

Lo único que voy a decir es que, el Pueblo Senufo estará en el Pueblo Vasco, y el Pueblo Vasco seguirá en el Senufo.

Compartir... solo desde el compartir se puede conocer a Dios, a través de todos nuestros hermanos y hermanas, con aquellos que nos cruzamos cada día, con aquellos con los que intercambiamos una mirada sin conocernos... Compartir. 

Compartir... ese valor que Occidente ha perdido por completo. Compartir no solo lo material, sino lo más profundo de tu ser, tu identidad, con las complejidades que incluyen, más si se trata del rico continente africano. 

Sencillez, humildad... Otros valores que Occidente ha perdido. Creernos más que los demás, querer siempre más... siempre más y más... que se traduce en más y más superficialidad y más y más caretas sociales.

Por eso mismo, quiero deciros una gran verdad: "El que se engrandece a sí mismo, será humillado, y el que se humilla, será engrandecido" (Mateo 23, 12).

Sí, amigos. Estos valores han permitido un mutuo conocimiento, una conexión íntima. Una amistad, una hermandad, A VIDA.

No hay adioses, sino un "Wapie tchier", hasta luego!

Y para finalizar, una de las más bellas palabras de Jesús:

Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: 

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados los mansos , porque ellos posseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

lunes, 25 de noviembre de 2013

SONRISAS Y LÁGRIMAS

Días intensos. Mis últimos días en Korhogo, esta vibrante ciudad de la Region du Poro, en el corazón del País Senufo. 

Decía mi prima Arantza lo siguiente: "cuando dos pueblos se conocen, se respetan". Totalmente cierto, a lo que añadía "... y se establece una conexión íntima". Sí, amigos y amigas. Esta experiencia queda grabada en mi cabeza, en mi corazón y en mi alma. No puedo más que dar gracias al pueblo Senufo por todo lo que me han aportado. Vuelvo con la maleta llena, pero en la maleta llevaré miles de anécdotas, de gestos, de sentimientos... que nadie, y digo nadie, podrá sentirlos aunque los explique. Y tal es la emoción al escribir estas palabras que mis lágrimas recorren ya mis mejillas. 

Tierra mística, de poderes sobrenaturales... Pero el Senufo es, en general y con excepciones, acogedor, sencillo, trabajador... Una personalidad colectiva que otros pueblos han aprovechado para considerarlos inferiores y esclavizarlos. Pero a pesar de todo, su dignidad queda intacta. "El extranjero es rey". Es el primer lema y valor. Lo he vivido y lo sigo viviendo, de manera intensa. 

Son días en los que los sentimientos florecen y se agrandan. Sentimientos encontrados: por una parte, la alegría de volver a mi tierra, y reencontrar lo que dejé atrás en enero, pero por otra la tristeza de distanciarme de quienes me han acogido como un rey, de quienes se han interesado por mí, con quienes he colaborado... Una tristeza cargada de gratitud, respeto y fraternidad. Las despedidas están siendo numerosas y en absoluto sencillas. Porque a la dificultad de la separación hay que añadir una de las reglas africanas: no decir la fecha en el que te vas. He de respetar esa norma, por lo que no puedo decirlo. La historia del pueblo senufo ha sido tan dura que no se debe decir nunca la fecha de viajes, por miedo a que "los enemigos" te tiendan una trampa o te lancen alguna maldición de última hora o alguien pase la información y bandidos desvalijen el coche en el que viajas. No es sencillo. Estos días estoy volviendo a casa muy tarde, ya que unos y otros me invitan a cenar. Además, el viernes pasado terminé mi estancia en el centro de discapacitados Don Orione, donde las lágrimas fluían de tal manera que podríamos crear un bonito río de agua dulce.




(Con mi gran amigo Casimir Naman, Big Kazum para mí).

(Con Ahmed, el dueño del kiosco donde tomo cada día mi café y que tan bien me ha tratado siempre).

(Con el grupo Tamang, que significa amor en senufo, el grupo de láicos amigos de las Hijas de la Cruz).

(Con mis compañeros de CEB, Comunidad Eclesial de Base, que lleva el título de San Francisco de Asís).

(Junto con mi segunda familia en Korhogo, estos no son senufo, sino malinkés. Una familia que me quiere y a la que quiero.)

Pero esta mañana ha sido intensa también. Un grupo de Lasarte, en colaboración con Misiones Diocesanas de Donostia, se disponía a financiar algunas necesidades que había visto y vivido aquí en Korhogo. Tres eran las necesidades que presenté, en forma de powerpoint, que proyectaron en la cena solidaria que se celebró hace dos semanas. Y gracias a la Congregación Hijas de la Cruz, estas donaciones han llegado íntegramente a Korhogo, evitando todo tipo de intereses bancarios. He aquí las tres necesidades: 

- Don Orione 1: compra de aparatos auditivos para menores con dificultades auditivas y cuyas familias no tienen solvencia económica para comprar dichos aparatos. 
- Don Orione 2: fomento de la participación de menores en el centro, financiando la parte correspondiente a las familias más pobres y sin recursos y que es exigida por la Fundación con la que se trabaja. 
- ONG-Escuela Aide Côte d'Ivoire: compra de mesas, bancos, material escolar y pedagógico así como el pago del alquiler de la casa. (en este enlace podéis ver en qué consiste la ONG, pues escribí sobre ella: http://korhogotik.blogspot.com/2013/08/el-saber-es-el-poder.html  ) 

Ayer llamé al director de la ONG-escuela para darnos cita esta mañana y entregarle el cheque. A las 10 de la mañana venía a recogerme y me ha llevado a la ONG, a diez minutos en moto por unas callejuelas poco practicables. Al llegar, un centenar de niños y niñas nos hacían un paseillo hasta la casa mientras nos aplaudían. Indescriptible. Me sentía entre contento y sorprendido. 

Me invitan a sentarme tras darme una calabaza con agua -el gesto de bienvenida- junto con el "Fotamana" (Bienvenido, en senufo). El profesor me presenta ante los niños y profesores-voluntarios y un niño se acerca con una carta manuscrita, la cual lee delante mío. Era la carta de agradecimiento que me entregaban, pidiéndome que la traslade al grupo de Lasarte y a la Diócesis. Junto con la carta, muchos dibujos para la Diócesis y varios regalos: un precioso bubu tradicional, junto con su gorra, para mí, otro regalo para el grupo de Lasarte y otro regalo para mi madre, junto con una frase que casi ha hecho que rompa a llorar: "Merci maman de Lander Zié, vous êtes notre maman" (Gracias madre de Lander Zié, eres nuestra madre". No sé de dónde he sacado las fuerzas para evitar llorar de emoción. 

Y tras esta calurosa bienvenida, me han vuelto a enseñar las "aulas", que debido al mayor número de alumnos, quedan muy pequeñas. Y en la sala de gestión (tanto del director, como de los profesores...), hemos compartido una lata y unas galletas, mientras charlábamos de diversos asuntos. Yariduma, antes de traerme a casa, me lleva a su casa para que salude a sus padres, los cuales dan un bote al verme llegar. Nunca han visto un blanco, y aún menos en su casa. Me dan agua, y tras saludarlos en senufo, veo que sacan un poco de arroz para que coma. Como dos cucharadas para no ser ingrato, suficiente para que me dan una decena de bendiciones. Y Yariduma me vuelve a traer a casa, donde Alphonse le invita. Comemos juntos, de manera muy amena, y aquí me encuentro delante del ordenador para relataros cómo estoy viviendo estos días.











Sin duda son unos días intensos. Pero solo os diré una cosa, volver a Korhogo algún día no es una opción, es una obligación para mí. Por eso mismo, a todos y a cada uno de ellos les digo "Wapie Tchier", hasta pronto, y ellos me dicen "Wapie Tchanga", buen viaje, no sin antes pedirme fervientemente que salude a todas las personas de mi entorno, empezando por mi familia. 

Días intensos, días inolvidables.