martes, 27 de agosto de 2013

YAMOUSSOUKRO A RITMO DE BALAFON


24 y 25 de agosto de 2013.

Este fin de semana ha sido una verdadera gozada, intenso y provocando sentimientos encontrados. En cada parroquia de Korhogo existen dos corales, la francófona y la senufa, y todas las corales senufas se aglutinan en un gran grupo llamado "Maîtrise Saint Michel", que organizó una peregrinación a la capital política de Côte d'Ivoire, Yamoussoukro. Me dieron la oportunidad de unirme al grupo, capitaneado por Ramón, y no dudé: sería una gran experiencia.

Tras acudir a misa de 6.30 y desayunar con Ramón en la casa parroquial de Téguéré, montamos en el coche, repostamos y nos pusimos a la cabeza del convoy de 13 minibuses con 250 personas para avisar a los gendarmes en los corridores que hay en las entradas y salidas de cada ciudad. Unas tres horas y media de carretera, en el cual hablamos de mil y un asuntos y nos encontramos con situaciones totalmente africanas, como la siguiente.


Pasado el mediodía, llegamos al colegio del barrio CEDEAO de Yamoussoukro, un barrio llamado así (la CEDEAO es la Comunidad Económica de Desarrollo de África Occidental) ya que la mayoría de sus habitantes son personas de otras etnias del país y de países como Burkina Faso, Bénin, Togo, Mali, etc. Allí nos esperaban los anfitriones, los Senufos que viven en Yamoussoukro, visiblemente emocionados. Tras ofrecernos un vaso de agua, acompañado del Fotamana (bienvenidos!), nos hacen sentarnos en un corro para las primeras palabras de acogida y pedir las noticias (una manera de preguntar qué tal va todo).


Se bendice la comida, compuesta básicamente de arroz y cerdo, y nos dirigimos a visitar la basílica Nuestra Señora de la Paz. Al llegar, presididos por la Cruz, entramos a la basílica Nuestra Señora de la Paz, donde nos recibe el decano de la misma, un sacerdote polaco. Comienza la visita de algo más de una hora.



La basílica de Yamoussoukro, erigida para honrar a Dios y celebrar la Paz y el Amor en Costa de Marfil (cuanto menos contradictorio en un país que ha sufrido la guerra y la represión durante la última década), es el mayor edificio católico del mundo, mayor incluso que la de San Pedro, en Roma, el cual se convirtió en su modelo sin la intención de copiarla exactamente. Pero no me voy a extender sobre esto, pues existe ya un vídeo explicativo:



Una visita que no deja a nadie indiferente, pero pude apreciar que se trata de un motivo de orgullo para los africanos.




Tras la visita, Ramón y yo nos dirigimos al edificio de piedra que se encuentra tras la basílica para dejar su maleta. Allí Ramón dice que soy misionero laico y su ayudante, a lo que el decano ordena preparar una habitación para que pase la noche, de manera gratuita. Totalmente inesperado, pues las 250 personas dormirían en el colegio, sobre alfombras y colchonetas, en ambiente de fiesta. Impresionado... una habitación y un edificio de lujo! Me sentía mal... Sé que no dormiría en el colegio, pensaba alojarme en algún hotelito de la ciudad, pero...




La mañana del domingo amanece soleado y sin excesivo calor, y tras una ducha con agua caliente (¡qué gustazo!) y desayunar junto con los demás curas, decido dar un paseo por la zona, disfrutando de las vistas, de los contrastes, reflexionando... Una hora de silencio mientras paseaba.

Y los minibuses fueron llegando, las 250 personas vestidas con la tela del grupo y con caras de sueño (se pasaron toda la noche cantando y bailando a ritmo de balafón). Se fueron instalando en el interior de la basílica y se celebró la Eucaristía, presidida por Ramón, no sin antes rezarle a la Vírgen un rosario por la paz y la reconciliación, que tanto necesita este país. 

Me impresionó cómo retumbaban los balafones y las palmas, elevándose al cielo. El Pueblo Senufo, tantas veces pisoteado, ignorado... ahí se encontraba, en el mayor de los edificios de África. Dignidad... respiré dignidad, orgullo y voluntad de reconciliación. Un mensaje, sin palabras, totalmente evangélico. Un Senufo me decía lo orgulloso que está del cristianismo, sobre todo del catolicismo, pues es la única religión que acepta la presencia de su cultura en los ritos. Pasado, presente y futuro. Tierra sagrada para los Senufo, cielo sagrado, y en medio, la Humanidad, tan necesaria de valores evangélicos como el respeto, la empatía, la paz, el amor, la justicia...




Tras comer y despedirnos de quienes nos recibieron, volvimos al "campamento base", al colegio donde los Senufos terminaban de comer y montaban a los minibuses. No volví con Ramón, pues tenía que ir a Abidjan. Un largo viaje, en el que uno de los buses tuvo una avería, una decena de paradas para que las más mayores se liberaran, y alguna que otra parada más para beber y comprar algo de comida. A la salida de Yamoussoukro, una gran cantidad de vendedores de plátanos, producto de la zona y no muy caro si lo comparamos con su precio en Korhogo. Decenas de racimos de plátanos nos acompañaron durante toda la ruta. Y todo ello, en un inmejorable ambiente, cantando...



Y con esto finalizó un fin de semana intenso, disfrutando de los descubrimientos y sobre todo de la compañía. Sentimientos encontrados constantemente. Sorprende ver semejante obra de arte rodeada de campos, cerca de la ciudad donde el paisaje humano es típicamente africano, con sus vendedores ambulantes, etc. La primera reacción es de sorpresa, seguida de enfado. ¿Cómo puede existir esto aquí y ahora? Durante su construcción, hubo muchísimas quejas. Normal. El propio Ramón estaba totalmente opuesto, debido a la gran inversión (no solo de Costa de Marfil, sino también del Vaticano) mientras la pobreza se encuentra a menos de un kilómetro. Pero una vez construido, y tras dos décadas de existencia, la basílica Nuestra Señora de la Paz es motivo de orgullo para los marfileños, como una seña de identidad. Y cómo no, una atracción turística potencial que se ha visto empañada por los sucesos políticos de la última década. Si el país avanza hacia una mayor seguridad y estabilidad, como ya ha empezado a hacerlo, sin duda será un foco turístico que permitirá que muchos extranjeros vengan, se alojen en hoteles y dejen sus francos CFA. Por de pronto, vimos algunos autobuses extranjeros. Buena señal. Una basílica que, acompañada por un hospital infantil aún en construcción, se erige por la paz y la reconciliación. 

Sentimientos encontrados. Efectivamente. Pero estos sentimientos encontrados me acompañan desde que pisé tierra africana el 22 de enero de 2013. Y es que África... NUNCA DEJA INDIFERENTE. TE IMPACTA Y TE CONTRADICE.


lunes, 26 de agosto de 2013

DE PASEO POR EL BARRIO COCODY

Aprovechando que Alphonse tenía un acto en la UCAO (Universidad Católica de África Occidental, única universidad católica de este rincón del mundo), pues representaba al colegio Sainte Elisabet, dirigido por las Hijas de la Cruz y que ha obtenido los mejores resultados de todo el país en el BEPC (examen oficial que permite acceder al instituto).


Aparcamos el coche en la misma Universidad y le acompañamos al acto. Una fanfarrea nos recibe a la entrada. Justo acababa de entrar el Ministro de la Educación para la entrega de diplomas y certificados. Vendedores de diferentes editoriales exponen sus libros. Otros colegios, de otras regiones de Costa de Marfil, exponen productos del país: telas, aceites, collares… Alphonse me hace un bonito regalo: una Cruz, de la región de Man (Oeste). Y es que… mi hermano Javier me regaló una cruz misionera la última vez que nos vimos, en la estación de Chamartín de Madrid, pero un buen día, volviendo del trabajo en moto, se ve que la cadena se rompió. Me dio mucha pena, pues era una Cruz muy especial. Pero así es la vida…

Alphonse tenía que acudir al acto, así que nuestro amigo Issa (que, aunque sea católico de familia musulmana, significa Jesús en árabe) y yo, dirigimos nuestros pasos por una ruta nada planificada por el barrio de Cocody de Abidjan.

A Cocody le llaman la “Neuilly à la tropicale”, por su vocación residencial de alto standing. Durante los años 50, este barrio fue elegido para acoger los administradores y empleados administrativos franceses y marfileños ricos. El Plateau, barrio administrativo y corazón de las finanzas, se veía sobresaturado y sin terrenos debido al boom económico que conocía la ciudad. Originalmente de clase media, Cocody se convierte por su encanto en sede de las principales embajadas y residencias oficiales: la cornisa hacia la laguna, una zona verde, con árboles y flores. Zona residencial de blancos y burguesía marfileña, actualmente, ha perdido un poco ese encanto que le caracterizaba por los robos generalizados en 2004 y el gran incendio del mercado. A día de hoy, se le considera una zona “chic” con el defecto de ser un barrio-dormitorio.


Pero volviendo… empezamos a andar, como deambulando, sin saber bien a dónde dirigirnos. Al rato, vemos a unos guarda-jurados. Nos fijamos y nos damos cuenta de que estamos en la sede central de uno de los tres partidos más importantes de Costa de Marfil, el PDCI-RDA (Partido Democrático de Côte d’Ivoire). Se trata del partido de Houphouet-Boigny, primer Presidente de la República de Costa de Marfil. Nos acercamos un poco a la entrada, pero el guarda-jurado nos exige unas monedas, algo muy africano. Le respondemos que no tenemos monedas, y era verdad. Enseño mi monedero vacío, y éste se va, un poco decepcionado. Unas bonitas instalaciones, con un elefante de piedra en la entrada.



Seguimos la calle, con edificios muy altos a ambos lados. Veo un kiosco donde pone “prensa internacional”. Me acerco, pregunto si tienen “El País” (como entenderéis, no tendrán el Deia o Noticias de Gipuzkoa), y me dicen que no. Miro un poco todos los periódicos y solo tenían prensa de Costa de Marfil. Sonrío y seguimos hasta llegar a una gran rotonda. A la izquierda, un montón de gente bien vestida. Se trataba de una boda en la Iglesia del barrio: creo que se llama San Pablo. Como en prácticamente en todas las parroquias de África, en esta también hay una sencilla y bonita gruta para la Vírgen María.


Al salir, nos dirigimos hacia el mercado, bastante destartalado y repleto de pequeños locales. Todos salían para llamar tu atención, invitarte a entrar sin compromiso… Me recordó muchísimo al Gran Bazar de Estambul, aunque en versión muy reducida. A la salida, una montón de taxis amarillos (cada barrio de Abidjan tiene taxis de un color determinado), aparcados de mala manera, sobre barro… Un caos!


Nuestro paseo continúa… Vemos desde fuera la sede de la RTI (Radio-Télévision Ivoirienne), que estaba rehabilitándose, ya que durante la crisis post-electoral de 2010, sufrió de lo lindo. Justo al lado, casi pegado, una escuela de formación de periodistas, ISTC (Instituto de Ciencias y Técnicas de la Comunicación). Nos acercamos a otra zona comercial. Mujeres al borde de la calle, vendiendo sus pocos productos, entre los que había cacao, caracoles de mar, otras cocinaban, niños comiendo… Y justo enfrente, el allocodrome, un gran espacio donde se come alloco (plátano dulce, que se come en cuadraditos calientes).




Y de esta manera, volvemos hacia la UCAO, mientras pasamos delante de diferentes embajadas y grandes edificios de estilo soviético (curioso, pues Côte d’Ivoire nunca fue un país pro-soviético), algunos llenos de mugre, con vallas publicitarias (al loro: un edificio muy sucio anunciaba el jabón OMO…).


Un bonito paseo, sobre todo en buena compañía, en uno de los barrios más famosos de Abidjan. Y para rematar, nada mejor que una comida, al borde de la carretera, en fraternidad, para reponer fuerzas. 

viernes, 23 de agosto de 2013

FANICOS: LOS LAVANDEROS DEL BANCO


¿Quién puede ser este hombre? ¿A qué se dedicará?

Abidjan, capital económica de Costa de Marfil. Abandonamos la comunidad de betherramitas de la localidad de Youpougon, donde nos hemos alojado varios días y tomamos una de las autopistas internas de esta caótica ciudad, que multiplica por siete la extensión de la ciudad de País. A la altura de la salida de Adjamé, algo nos llama la atención: al borde de la carretera, un montón de ropa esparcida por el césped, ropa de mil colores, adornando las vistas. Efectivamente, nos encontramos ante un verdadero espectáculo: los lavanderos del Banco.



La palabra “fanico” significa, en lengua dioula, lavandero. Estos dioulas, etnia nómada muy presente en todo el país, se refugian en el punto de encuentro entre la Bahía de Banco (al oeste, una de las diferentes bahías de Abidjan) y el Parque Nacional del Banco. Se trata probablemente de uno de los mayores espectáculos de toda la capital, pues se puede considerar como una gran empresa a cielo descubierto. Estos fanicos tienen la reputación de lavar la ropa mejor que cualquier tintorería.



Su actividad responde a un ritual bien preciso: cada mañana, durante el alba, cuando los primeros pájaros del Banco empiezan a cantar, se van al barrio de Abidjan que les corresponde ese día para, horas más tarde, volver a su lugar de trabajo. En fila india, con enormes baldes cargados de ropa. Entran al río, y con el agua hasta las rodillas, sumergen la ropa en el agua, le aplican jabón y la frotan vigorosamente sobre su “plan de trabajo”, es decir, sobre una gran piedra lisa o montículo de viejos neumáticos.



La ropa lavada de esta manera se extiende sobre todo el césped –o cualquier lugar que estimen oportuno- que rodea el río. El calor disuade a las larvas de venir y poner sus huevos.



Una vez seca la ropa, ésta es planchada con unos hierros muy calientes, pues éstos están rellenados de brasas incandescentes.

Las mujeres se encargan de la fabricación del jabón, un jabón que se comercializa (de hecho, se puede encontrar en algún comercio la marca “Fanico”). ¿Cómo hacen este jabón? Calientan durante muchas horas aceite. Una vez solidificado cortan bloques de un kilo y se venden a los lavanderos. El jabón negro,  fabricado con aceite de palma, es utilizado para la ropa muy sucia y resistente. Sin embargo, el jabón blanco, mezcla de potasio con aceite de cacao, se utiliza para la ropa delicada.

Al anochecer, cuando el sol comienza a ponerse, los Fanicos recogen la ropa limpia, seca y doblada y van al barrio correspondiente para entregar el pedido. Lo más llamativo es que las diferentes prendas no tienen ningún distintivo, pero los fanicos no se equivocan nunca.

El trabajo para estos lavanderos, la mayoría provenientes de Mali, Guinea, Níger y sobre todo Burkina Faso, no es, como pudiera parecer, anárquico. El Sindicato de los Lavanderos del Banco es una corporación que los protege y les impone un código de conducta y trabajo muy riguroso. Por otro lado, atribuye a cada miembro del Sindicato un emplazamiento para lavar prendas y un espacio verde donde hacerlas secar. Es un sistema efectivo, pues no respetar las reglas impuestas por el sindicato supone perder su espacio de trabajo y verse excluido ipso facto de esta confraternidad de lavanderos!

Los lavanderos del Banco, la mayoría musulmanes, trabajan 12 horas al día, 363 días al año. Sus únicos dos días de descanso son la fiesta de Ramadán y la de Tabaski. Y sin embargo, su jornal (son jornaleros, cobran al día) es irrisorio en comparación al trabajo que supone. Y si a ello le añadimos que cada mes han de pagar una tasa al ayuntamiento y una segunda tasa al sindicato para el fondo de solidaridad de los fanicos…

Resulta una actividad completamente llamativa a los ojos de un blanco, de un occidental. Más llamativo aún ver cómo un hombre trajeado y con corbata se para en coche y entrega sacos de ropa sucia a estos fanicos. Como os podréis imaginar, el que me recibió exigió “una participación” para permitirme entrar y tomar algunas fotos. Era de tarde, por lo que no pudimos ver a todo el mundo lavando. Pero lo que vi ya era chocante: una zona totalmente pobre, con niños en el agua, unos pescando, otros jugando… en un agua no precisamente limpia. Al fondo, unos enormes sacos blancos de ropa sucia, mujeres abriéndolas, hombres vigilando cómo la ropa de sus clientes se seca… y todo esto al lado de la carretera!

Ahora os lanzo una pregunta: ¿qué es lo que más os choca?


Esto es África, amigos y amigas, siempre dispuesta a sorprenderte, para bien y para mal. Nunca deja indiferente.




lunes, 19 de agosto de 2013

FAKAHA, ARTE SOBRE TELAS DE ALGODÓN.


¿Qué están mirando estas niñas?

Fakaha, viernes 16 de agosto de 2013.

Fakaha es una pequeña aldea a 5 kilómetros de Napié (a una quincena de Korhogo). Tras cruzar el "corridor" policial a la salida hasta Napié, el asfalto permite que en 15 minutos estemos entrando en Napié. Pero tras adentrarnos en esta ciudad (aunque en Europa una localidad de éstas características no poseería el título de ciudad), el asfalto desapareció por completo, dejando ante nosotros una pista de tierra irregular, llena de desniveles y agujeros llenos de agua. Tuve que demostrar mis habilidades como conductor con el Peugeot 205. Los 15 kilómetros se recorrieron en 15 minutos, pero los otros 5... ¡en media hora o más! En el trayecto, muchas mujeres a pie con recipientes en las cabezas, dirigiéndose al mercado de Napié, en busca de productos que no cultivan y, de paso, vender alguna hortaliza de su tierra.

Llegamos a Fakaha, una aldea cuyo centro no pasa de la veintena de casas o casetas hechas de arcilla y paja. Oímos a una niña gritar con todas sus fuerzas, y al instante, un montón de niños salen de entre las casas y árboles, gritando y agitando las manos. Tras aparcar, saludamos a los lugareños, en su idioma. Señal de respeto y reconocimiento. En cuanto me oyen decir las cuatro palabras que conozco de Senufo, se alegran, me estrechan la mano con sus dos manos y chocamos nuestras sienes. Es el saludo típico y tradicional: chocar las sienes, izquierda-derecha-izquierda, como símbolo de reconocimiento, bienvenida y voluntad de compartir la sabiduría.

Cerquita, una decena de "appatames" (patios redondos y techados). Dentro había personas, inmersos en una actividad que me disponía a descubrir. 


Todas estas appatames son el lugar de trabajo de algunos lugareños, y entre todos forman una cooperativa que ha recibido financiación para construirlas, con el objetivo de preservar esta artesanía local: "Les toiles de Korhogo". Por cada producto vendido, el vendedor debe revertir el 10% a una caja común para que todos dispongan de algo de dinero y poder así sobrevivir. 


Pues bien, entremos en el meollo de la cuestión. Estos artistas trabajan de la siguiente manera.

Solo los hombres pueden confeccionarlos. Pero estos hombres no podrían trabajar sin las mujeres, que son las encargadas de realizar bandas y bandas de algodón. 


Con este algodón, las mujeres realizan las bandas, las telas que serán cosidas para poder dibujar sobre ellas. Un trabajo que a primera vista relega a la mujer a un segundo plano, pero... ¿Acaso podrían dibujar sin la participación de ellas?

Tras coser las telas, de modo siempre horizontal y alcanzado el tamaño del soporte, comienza el arte en estado puro.


Y os preguntaréis, ¿de dónde sacan la tinta? Es una tinta creada a base de cocción de las hojas de un determinado árbol que se encuentra en los Bosques Sagrados, considerados como bosque primitivo, jamás blasfemado, donde se realizan ritos secretos, como el Poro. Solo los hombres iniciados al Poro pueden entrar al Bosque Sagrado, por lo que solo ellos conocen qué hoja es. Se machaca con un gran mortero y se cuece, hasta obtener un color marrón casi negro. Con esta tinta, se trazan los márgenes del dibujo.

¿Qué suelen representar? Pues muy sencillo: su propia realidad, momentos de la vida cotidiana, de la vida social, de sus mitologías y creencias, la naturaleza... pero también motivos abstractos. Es en Fakaha donde se alojó Picasso por un tiempo y donde se inspiró de diferentes formas geométricas antes de iniciar su etapa cubista. 

Es curioso los instrumentos que utilizan. No hay pincalas. Actualmente usan cuchillos para dibujar las formas, pero en tiempos pasados utilizaban pequeñas ramitas y tronquitos.



A continuación, rellenan los dibujos con la misma tinta y dejan la tela al sol para que se seque. A medida que se seca, el dibujo va tomando un color marrón claro. Generalmente, los colores con los que juegan son el blanco y el negro, pero también marrón, verde, rojizo y amarillo. Para ello utilizan las plantas que disponen en sus campos y tierras.

El siguiente y último paso es el más curioso. No solo curioso, sino que ellos dicen que es místico. Aquí en África Occidental hay una bebida casera que toman los lugareños, se llama "Tchapalo", muy picante y alcoholizado levemente. Una especie de cerveza a base de sorgo rojo. Pues cuando cuecen el sorgo, a media ebullición, recogen un poco para utilizarlo en el arte que estoy describiendo en el post. 

Volviendo a las telas... Mojan una pequeña esponja en ese líquido y la pasan por la tela. La reacción es sorprendente: el marrón se convierte en negro y la tinta se solidifica en la tela. Y no solo eso, sino que ese líquido no ensucia la tela blanca. ¿Serán los genios en el que los Senufos creen? Y además, si el dibujo es negro, se puede meter en la lavadora, que no pasa nada! (Siempre y cuando no se utilice lejía).


Y con esto la tela queda finalizada. Otra obra de arte, verdad? Arte del País Senufo...












Espero que os haya gustado tanto como a mí la visita que realicé. Wapie gniena! Gabon! 

domingo, 18 de agosto de 2013

GRAND-BASSAM, CIUDAD COLONIAL

Grand-Bassam es una ciudad de Costa de Marfil, situada al este de Abidjan. Fue la capital de la colonia francesa entre 1893 y 1896, cuando la administración se transfirió a Bingerville tras un brote de fiebre amarilla. La ciudad continuó siendo un puerto clave hasta el crecimiento de Abidjan en la década de 1930. Su población es de 73 772 personas.
La ciudad se encuentra dividida en dos mitades por la laguna Ébrié: Ancien Bassam es el antiguo asentamiento francés, frente al golfo de Guinea. Es el hogar de los edificios coloniales más grandiosos, algunos de los cuales han sido restaurados. Nouveau Bassam, conectada con Ancien Bassam por un puente, se encuentra en el tierra adentro, en el lado norte de la laguna. Nació como el barrio de los sirvientes africanos y ahora es el principal centro comercial de la ciudad.
En 2012, la Unesco la nombró Patrimonio de la Humanidad.

Tras un viaje agotador de más de 600 kilómetros y una reparadora noche en un hotelito de Bonoua, decidimos visitar Grand-Bassam. Pero antes de iniciar la visita, y como no podía ser de otra manera, había que repostar con un rico café en un kiosco, un café del país, que para algo es uno de los mayores productores de café.


De ahí nos dirigimos al Quartier France, el barrio-isla donde se instalaron los colonizadores franceses y que está conectado gracias a un puente, llamado "Pont de la Victoire". Tras casi siete meses, necesitaba ver, escuchar y oler el mar. Me hizo mucho bien el salitre. Nunca apreciamos lo que tenemos hasta que lo perdemos.

En primer lugar visitamos la casa de los artistas, pintores y artesanos, un edificio repleto de cuadros y mucho colorido. Me fascinaron lo colorido de los mismos. Nos acogió uno de los artistas, que nos explicó los diferentes estilos, simbologías... Ahí aprendí que Picasso estuvo en Costa de Marfil, sobre todo en el Norte, viviendo en una caseta senufa, donde se inspiró de diferentes formas que le sirvieron para su posterior etapa cubista.


De ahí, nos dirigimos hacia la playa admirando los antiguos edificios coloniales. A pesar de su abandono absoluto, tienen su encanto. Es una pena que Costa de Marfil, debido a su turbulenta década, haya descuidado sus potenciales turísticos, puesto que tienen mucho que enseñar y poner en valor.







De ahí, tras esquivar las avalanchas de vendedores (blanco = dinero), seguimos paseando por el barrio colonial. Vimos el "monumento a los muertos", una estatua que los franceses erigieron a sus soldados que fallecieron por la fiebre amarilla que asoló la ciudad. Cerquita, a unos 100 metros, el Centro de Cerámica, antiguo centro cultural europeo, donde nos enseñaron cómo trabajan y qué objetos realizan. Seguimos la calle, hasta alcanzar la marisma, cruzando la biblioteca y tras haber comprado dos bolsitas de agua. Subimos a un edificio en ruinas, desde donde se puede admirar el entorno de lagunas. Y antes de acercarnos al antiguo edificio de la CFAO (Compagnie Française de l'Afrique de l'Ouest), nos sentamos en un chiringuito para refrescarnos con una fría Coca-Cola con unos cacahuetes. Desde el chiringuito, vi cómo un pescador extendía sus redes desde la canoa de madera. 







El siguiente edificio es el antiguo edificio de la CFAO, compañía que se encargaba de hacer el seguimiento de los productos recopilados -o robados- para embarcarlos para Francia. Hoy en ruinas, se diría que Francia no tiene ningún poder en la zona, pero nada más lejos de la realidad, pues Francia sigue siendo árbitro y controla las mayores empresas del país (como Côte d'Ivoire Telecom, CIE -electricidad- o SODECI -agua-).


En ese momento, vemos en la guía que en el barrio se encuentra la catedral de Grand-Bassam. Nos dirigimos allí para descubrir una pequeña catedral (Sagrado Corazón) pero muy bonita. Una iglesia de estilo europeo, con un órgano en altura en la parte trasera y con una gruta marial, algo muy africano.




Al salir del recinto, nos damos cuenta de que aún no hemos comido, siendo ya más de las cuatro de la tarde. Cruzamos el Pont de la Victoire para volver a la ciudad y comer, en un kiosco, por menos de un euro, un plato de espaguetis y unos trocitos de pollo. Era hora de dejar esta preciosa ciudad colonial, tomar la carretera que atraviesa campos de palmeras, cocoteros y plantaciones de plátanos, café y cacao para llegar a la capital económica de Costa de Marfil, Abidjan.






Espero que hayáis disfrutado con este artículo y con sus fotos, tanto como yo he disfrutado de esta ciudad que emana poder perdido, salitre, vistas paradisíacas y el abandono u olvido del pasado. Esperemos que al haber sido declarado patrimonio mundial declarado por la UNESCO en 2012, se ponga en valor su riqueza natural y cultural, fomentar así el turismo y suponga nuevas fuentes de financiación para este país que trabaja por convertirse en economía emergente a nivel mundial en 2020.