miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA HISTORIA DE DANIEL DRAMANE COULIBALY (IV)

TRES PRIMERAS PARTES EN LAS ENTRADAS ANTERIORES.

“La vida cristiana no es sencilla”.
R. D.-  Vuelvo sobre un punto sobre el cual has insistido : « la vida cristiana es complicada”. He escuchando muchas veces, por boca de musulmanes “La vida del cristiano es sencilla: se puede beber alcohol, la misa no dura tanto… Nosotros tenemos cinco rezos al día, el Ramadán, etc.”.
D. C.- He tenido muchas conversaciones con padres.
Me dicen: “sí, eso es porque quieres beber, comer cerdo… por eso te has vuelto cristiano”. Les contesto: “cada uno defiende su religión, su causa, pero tengo que deciros que el que conoce verdaderamente la religión cristiana, que busca a profundizar en ella, encontrará que lo más complicado de una religión no es beber y comer cerdo, sino cambiar el curso de su vida. Eso es lo realmente complicado. Y hay cristianos que no comen cerdo, pero el que conoce bien la religión cristiana os dirá que no es eso lo más importante”.
Un día, en mi aldea, donde no había aún ni un solo cristiano, tuve conversaciones con musulmanes sobre la religión cristiana. Me decían: “eso no es una religión! Los cristianos beben y los musulmanes no, por eso Dios los defiende”. Les contesté “lo que acabáis de decir, que la religión musulmana es mejor, no diré que no lo es, pero ¿acaso no hay no bebedores que desobedecen a Dios? Jesús dijo que es lo que sale de nuestra boca lo que ensucia al hombre, pero lo que entra al interior no ensucia. Y Dios dijo que no veremos la Salvación solo por llamarle Señor, sino haciendo su voluntad. Antes criticaba la religión musulmana, pero el día que escuche esta palabra, dejé de hacerlo”.
Para mí, lo más duro es cambiar el curso. Cambiar de vida. Hay también cristianos que dicen que la vida cristiana es sencilla, pero no han entendido absolutamente nada. ¿Acaso nosotros, cristianos, somos conscientes del compromiso que tomamos con nuestro Bautismo? La vida cristiana exige siempre un combate. He hablado de amuletos, pero eso es agua pasada, pero cuando superé aquello, tenía delante de mí otras dificultades.
R.D.-  Si no es indiscreción, ¿cuáles son tus dificultades actualmente?

“He sido tentado de correr hacia el dinero”.
D.C.- Aunque sea indiscreto, no tengo ningún motivo para no decírtelo. Es el problema del dinero. Pasaba mucho tiempo en el campo, me adaptaba a la vida rural, veía que la gente corría menos hacia el dinero. Pero cuando volví a Korhogo, he estado tentado de hacerlo, y al mismo tiempo que sufrí esa tentación, tuve una reflexión sobre el materialismo: “quiero tener dinero como lo tienen los demás, pero ganando dinero, ¿estaré satisfecho?”.
Antes de venir a Korhogo, hice construir una casa que puse en alquiler y aquello me daba un poco de dinero, y ya me preguntaba si estas casas serían útiles en mi vida. Hacía esta reflexión: “no tengo que regalar estas casas, pero tengo que alquilarlas a un precio más barato”. Porque un día vimos cómo destruían casas en Abidjan y la gente quedaba sin techo bajo el cual vivir. Un sacerdote rodó una película y su conclusión fue que el que acoge a un hermano está sirviendo a Dios. Por lo tanto, me comprometí a poner un alquiler más asequible, pues no es el dinero el que arreglará los problemas del hombre. Hacía esfuerzos por borrar esta idea de materialismo de mi cabeza. No digo que no sea útil, que lo es, pero no quiero dedicar tiempo a pensamientos como éste.

“Dios se ríe de mí cuando hago cálculos”.
R. D.- Es normal que el dinero sea una preocupación.
D. C.- Sí, pero soy demasiado estricto, hago mis cálculos: “¿y mi dinero, dónde entra?”. No quiero perder cinco francos sin saber a donde han ido. Y es así cuando hago otra reflexión: “este dinero que busco con tanta precaución, ¿es necesario en mi vida?”.
R. D.- Organizabas un presupuesto conjuntamente con tu mujer ?
D. C.- Antes, ¡jamás! Es el pasado mes que tomé la decisión. Antes, decía que el dinero era tan precioso y tan valioso que hay que saber dónde entra, que hay que prever el futuro de los niños. Pero tuve otra reflexión: “Es que solo el dinero permite prever el futuro?”. Pensé, lo oraba, y me dije: Dios se ríe de mí cuando hago cálculos. Puede decir: “mañana morirá”.
Esta reflexión me ha empujado a buscar cómo utilizar el dinero de una manera correcta, cómo compartirlo con la gente, con mi mujer en especial. No es sencillo, no es una decisión tomada de la noche a la mañana. Gracias a Dios, he tenido el valor de confiarlo todo en la oración. Cuando una idea ronda y agota mi cabeza, rezo. No digo que gracias a la oración se harán milagros, pero cuando estoy triste o cuando dudo, me confío a Dios y casi siempre encuentro la respuesta. Es lo que me ha ayudado a dejar de pegar a mi mujer, de gritar a las personas.

«Si me vanaglorio… »
R. D.-¿Desde cuándo tienes esa sonrisa ?
D C.- Mi sonrisa actual no es de hace mucho. Falsas sonrisas o sonrisas de amor no son iguales. Sonreía antes, pero no es la misma sonrisa que la de hoy. No puedo evaluar y hacer comprender los grandes cambios que la religión ha hecho en mí. ¡Y a veces siento vergüenza! Creo que cuando digo esto, me vanaglorio, cuando en realidad no ha venido de mí, sino que ha sido un producto de Jesús.
R. D.- No te vanaglorias. Das testimonio de lo que Jesús ha hecho en ti.
D. C.-  Aprendí a enseñar mi salario a mi mujer. Le dije: “mira, aquí tienes. Si necesitas cualquier cosa, lo que quieres dar a tu madre, lo que quieres hacer… aquí tienes el dinero”. Ella me contestó: “Ah! Pero si no soy capaz de gestionarlo! Guárdalo y te pediré a medida que vaya necesitando », a lo que repliqué “Ahora sé que el dinero que gano, es como si hiciéramos el mismo trabajo. Es para los dos. Puedes aconsejarme incluso, cómo compartirlo con la familia”. Porque trabajé cinco años sin pensar en mis padres. Solo quería construir, quería que mi vida fuera para mí. Después, sentí que haciendo eso, no podía garantizar mi vida. Garantizarla solo vendría compartiendo. Incluso se dice tradicionalmente, pero no hay valor de hacerlo sin Fe.
En este momento, me quejo de mí mismo y envidio a las personas de Fe. Y quiero decirte algo muy importante: hay que tener en cuenta cómo hemos sido ayudados para abonar la Fe, porque la Fe exige un trabajo. He visto vivir a un sacerdote: viendo su ejemplo, no acertaba yo a resistir delante de un enfermo que sufría, sn buscar un medio con el cual salvarlo. Viendo a este sacerdote, me comprometí con la JAC (Juventud Agrícola Cristiana).

“He caído en la tentación de juzgar a los demás”.
Cuando fui bautizado, empecé a tomar conciencia del cambio que se requiere para seguir a Jesús, pero al mismo tiempo caí en la tentación de juzgar a los demás. Los juzgaba erróneamente, olvidando a menudo lo que me tocaba hacer por mi parte.
R. D.- ¿Has encontrado no-cristianos que te han ayudado?
D. C.- Hay personas que me han ayudado a juzgar menos. Hablaba mal de la religión musulmana, sobre todo de sus costumbres. Decía que costumbres como el Poro (conjunto de ceremonias iniciáticas que hacen pasar al joven Senufo de la infancia a la edad adulta) solo servían para hacer el mal y crear miedo, o que la religión musulmana era excesivamente humana. Los musulmanes viven mal, envenenan… Pero un día (no de repente, sino que fue otro proceso), me pregunté: “acaso soy digno de juzgar? Acaso soy perfecto? No… He escuchado que Dios ama a los pecadores, por lo que no me corresponde juzgar a estas personas, pues yo también soy pecador. Y veo personas que no son cristianas que hacen la voluntad de Dios”.
Un ejemplo: coincidí con un joven musulmán baoulé en Bouaké, durante unas prácticas de trabajo. A las 5 de la mañana, se levantaba y rezaba. Cuando terminaba de rezar, esperaba a que los demás salieran para poder ducharse y hacía sus camas. Cuando ve unas sábanas sucias de un compañero, lo retira sin decir nada y se va a limpiarlo inmediatamente. Más tarde, me dijo: “perdóname, he visto que tenías las sábanas sucias y las he limpiado”. Era más fuerte e inteligente que los demás, pero al hablar con un amigo, se hace pequeño, respeta a los demás. Si la habitación está sucia, la barre. En el comedor, es el último que empieza a comer: decía que si alguien viene con retraso y que no tiene plato, “le daré el mío”.

¡Qué lección más maravillosa! Yo, que soy cristiano, ¿HAGO LA VOLUNTAD DE DIOS? Dios actúa en los musulmanes y en todos los demás: se sirve de ellos para convertirnos. A día de hoy, me esfuerzo en juzgar menos y en condenar menos.

- FIN -

"No soy yo el que vive, sino que es Cristo quien vive en mí" (Ga 2, 20).




3 comentarios:

  1. Está todo dicho y muy claro:Dios actúa en todos y cada uno de los seres humanos, sin distinciones. Entonces¿ quienes somos para juzgar las actitudes y creencias de otros?. Vivamos bajo el influjo y guía del Espíritu Divino, siguiendo el ejemplo de Jesús y todo lo demas se nos daré por añadidura.
    Fabuloso reportaje, Lander. Muxu haundi bat.
    Loly.

    ResponderEliminar
  2. Istorio polita!
    Gauza askori bueltak emateko mundiala!
    Ondorio sakonena edota orokorrena atera dudana: garrantzitsuena errespetua, enpatia dira eta azken finean erlijio batean edota bestean mundu hontako bizidun guztia pekataria da.
    Muxu handi bat

    ResponderEliminar
  3. De verdad muy interesante... para reflexionar...

    Eskerrik asko Lander!!!

    Besarkada haundi bat!!! Bixen.

    ResponderEliminar

Me comentáis la noticia? Gracias!! Eskerrik asko! Focheena!