domingo, 17 de marzo de 2013

LA MUERTE EN EL PAYS SÉNOUFO (I)

Este fin de semana he vivido una de las experiencias más intensas que hasta ahora he podido vivir en África. Y no era sencillo, pues la vida en Korhogo está llena de momentos intensos.

Alphonse, el padre de familia con el que convivo y que tan humanamente me ha acogido, es, entre otros muchos compromisos, el presidente de la asociación de padres y madres de alumnos del colegio Sainte Elisabete, colegio que fundaron las Hijas de la Cruz en Korhogo. La madre de un miembro de esta asociación falleció, y gracias a la invitación de Alphonse como de la familia de la fallecida, he participado en los funerales y ritos tradicionales.

Antes de entrar en detalles, hay un aspecto que me ha llamado mucho la atención. Hace un mes que esta mujer ha fallecido, pero durante este mes el cuerpo ha estado en “la morgue”, es decir, en el tanatorio (lógicamente, bastante diferente a los tanatorios que conozco en Euskadi). Sin embargo, un mes no es un periodo largo, pues existen cuerpos que depositan durante más de 6 meses! Increíble. Puesto que los ritos funerarios tradicionales exigen una gran cantidad de dinero para la familia, hay familias que dejan los cuerpos en el tanatorio durante… ¡más de 2 años! Se desentienden del cuerpo para siempre, hasta que “la morgue” toma la decisión de incinerarlo. Esto es una realidad para las familias más pobres que no pueden permitirse “el lujo” de que algún miembro de la familia fallezca.

Dicho esto, comienzo el relato de lo vivido. Según el programa que la familia entregó, el levantamiento del cuerpo se efectuaría a las 14.30 horas del sábado. Allí estábamos a esa hora, pero poca gente se encontraba ahí. Tuvimos que esperar hasta las 16.30 horas hasta que la gente llegara, especialmente “la vieja”, es decir, una señora que limpia el cuerpo y coloca las telas que la gente ha regalado en señal de aprecio. Una vez finalizado, una multitud de gente corrió hasta la misma sala donde se encontraba la difunta y entre empujones y bailes, trasladaron el cuerpo a la camioneta que lo llevaría al pueblo originario de la señora, a 10 km de Korhogo.


Decenas de motos y varios coches repletos de personas seguían la carretera en procesión tras la camioneta, levantando una gran nube de polvo. A nuestro paso, la gente que paseaba por las calles de Korhogo se detenía y los que se encontraban sentados en sillas, se levantaban. Señal de respeto por la difunta.

Tras pasar varios puestos de control policial, un grupo de jóvenes se interpuso en la carretera para exigir dinero. Divisé una pelea… pasé un poco de miedo, pues si veían que era el único blanco, me pararían para tener que darles el dinero. Por suerte, la pelea hizo que salieran corriendo por el campo. Y así pudimos continuar nuestra ruta hasta el pueblo.

En el pueblo, llamado Fodontchion, todo el mundo aparcó su vehículo en cualquier lugar y se dirigió a la camioneta que transportaba el cadáver. Allí esperaban varios grupos de música tradicional, con curiosos atuendos llenos de plumas. Y a ritmo de música, todo el mundo comenzó a bailar como en “la morgue”. Paseaban el cuerpo por todo el pueblo, lo metían en varias casas y volvían a sacarlo. Así durante varias horas, bailando, riendo. Una mujer me agarró de las manos y me hizo bailar. La verdad es que no sé quién era más protagonista en el pueblo: la propia difunta o el blanco. Todo el mundo me miraba. Sobre todo cuando bailé… Por lo menos, participé igual que ellos. Y es que… “allá donde fueres, haz lo que vieres”.





La camilla sobre la cual depositaron el cuerpo hasta el día siguiente se encontraba cerca. Sin embargo, la familia tuvo que pagar dinero para poder utilizarla. Y tras continuar por todas las casas, la familia repartió sacos de agua a los asistentes.


El cuerpo se entierra hoy, domingo. Desde ayer, todo el pueblo baila, ríe y come alrededor del cadáver. Y es que, en el Pays Sénoufo, la muerte es una fiesta. Una fiesta porque, aunque resulte caro a la familia, el difunto ha descubierto el misterio, el calor y arrope de su comunidad, y a partir del entierro, se fundirá con su tierra natal.

Alphonse, Douda, Gilbert… me preguntaban si se celebraba así en Europa la muerte de alguien. Les resultaba llamativo, pues aquí nadie llora. Muerte significa transición, significa fiesta, significa unión con la tierra. Así es el Pays Sénoufo.

(Un granero)

Seguro que os ha resultado de gran interés este relato. Pero no ha acabado… me voy a echar una siesta y nos vamos a dirigir al pueblo de nuevo para presenciar el entierro. Cámara en mano, para poder compartir todas las experiencias en esta maravillosa como calurosa tierra llamada África. Wapié!


4 comentarios:

  1. Sorprendente y desconocido me resulta lo que cuentas Lander... al igual que a ellos les resultan llamativos nuestras maneras, a nosotros nos llaman la atencion las suyas... Una gran experiencia la que estas viviendo... puedes escribir un libro ;) Animo ta aurrera!!! Besarkada haundi bat!!! Bixen.

    ResponderEliminar
  2. Qué maneras tan diferentes de vivir las cosas, aunque en el fondo el significado es parecido, transición a la otra vida.......Esta vez k hablas d funerales me he reído.....sobre todo viendo tu baile.....misterios de la vida, o mejor dicho.....de la muerte.....Muchísimos besos wapo y a seguir bien.....
    Ana

    ResponderEliminar
  3. ¿ Quien dijo que la muerte debe ser una tragedia?. ¡Me gusta esta forma de celebrarlo!. La muerte es el tránsito a la Nueva Vida, y por lo tanto , motivo de fiesta. ¡ Cuanto tenemos que aprender aún!. Por cierto ,Lander, me ha sucedido como a Ana y me ha salido la risa al verte bailar.Un abrazo desde el corazón. Loly.

    ResponderEliminar
  4. Cuánto tenemosque aprendeen Occidente sobre la muerte!! Siempre he dicho queno nos han educado para ello....ni en los casos de pertenecer a familias religiosas...Maru

    ResponderEliminar

Me comentáis la noticia? Gracias!! Eskerrik asko! Focheena!